deambuló por la oscuridad
buscando algún rincón donde ocultarse,
porque se sentía sola y quería meditar.
Se sentó en la cima de una montaña
y se puso apenada a llorar.
Sus lágrimas llegaron al río,
y del río, fueron a parar al mar.
Preguntó al horizonte,
que por qué se sentía tan sola no tenía a nadie a quien amar.
Pasó el tiempo y no obtuvo respuesta...
Volvió de nuevo al cielo,
a jugar con sus amigas las estrellas
sin más lágrimas que derramar.
Cada noche, cuando la luna sale
y te ve sentadita en el bordillo
de la acera, nerviosilla perdida
y con carita de niña buena,
esperando que llegue tu novio
con un ramito de violetas...
y no puede dejar de lloriquear!
Colección Pescador de ilusiones
No hay comentarios:
Publicar un comentario