nos enrojece las mejillas.
La quisiera de amiga,
de prisionera y de amante.
La quisiera de princesa,
y le pondría un diamante
en cada trenza.
en cada trenza.
La noche pasada,
le dejé un ramo de flores
sobre la cama,
mientras por el pasillo
le susurraba:
le susurraba:
-Un beso sobre otro beso,
un labio sobre otro labio.
¡Soy, amada mía,
prisionero de tus encantos!
Colección Muñecas de trapo
No hay comentarios:
Publicar un comentario