que solo el corazón siga latiendo.
Manos entrelazadas para
ahogar el dolor del sufrimiento.
Hoy sobran las palabras.
En su rostro se ha grabado
la expresión del frío atónito.
Sus ojos han cambiado la luz del día
por la profundidad de la oscuridad.
Mañana tendrá que buscar
en el firmamento la paz de su alma.
Alguien llora, todos están tristes.
Es tarde de angustia,
de lágrimas sin consuelo,
de abrazos callados,
de riguroso luto a la hora
de su último trayecto.
Quizá mañana, después del entierro,
cuando a ultratumba su aurora
viaje entre coronas de flores,
solo entonces, nosotros romperemos
nuestro amargo silencio.
Colección Hundido en mi colchón
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