de mis recuerdos
veo un crío llorando,
igual que ahora llora
este "renacuajo".
Y es que por sus venas
corre sangre de mi sangre.
Su mano busca otra mano
y yo le tiendo la mía,
para que siempre
las dos estén unidas.
Pequeñajo, diminuto
recién nacido,
nada has hecho
ni nada has dicho,
para que yo te quiera.
Pero fíjate, minúsculo ser,
que yo ya te quise
antes de nacer.
Y aunque, callado,
asistí a tu parto,
al primer sollozo
supe que serías mi amigo.
Extraña forma de amar
es la que siento por
este pequeño ser
y prometo que,
mientras yo tenga vida,
lo voy a proteger.
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