domingo, 12 de septiembre de 2010

ALUCINACIÓN

Solo en la terraza, cerré los ojos
y me puse a pensar en ti.
Era de noche,
el paisaje era maravilloso,
el cielo estaba estrellado,
la luna amarilla,
el mar en calma,
la brisa fresca,
y tú en mis pensamientos
te mezclabas con la naturaleza.

Confundí tu rostro y tu cuerpo
con la inmensidad de la noche,
confundí las estrellas
con el brillo de tus ojos;
la luna se convirtió en tu boca,
la brisa del mar me recordaba tu piel,
formabas parte de mi universo.

Un trozo de tierra en el mar,
me recordaba tu cuello,
el perfil de las montañas tus pechos,
la calma de la bahía tu estómago.

Estabas en cada lugar donde yo miraba,
el puerto era como tu sensualidad,
esperando a que mi barca amarrara,
las estelas de las barcas tus piernas,
tus dedos los mástiles,
las lucecitas tus poros,
el olor a sal tu perfume.

Todo me envolvía
como si tus brazos me abrazaran.
Sentí un escalofrío,
tu cuerpo menudo y gracioso,
hecho de caprichos y trozos de cielo,
se había convertido
en la inmensidad de mi paisaje favorito.

Creí amarte más,
vi tu cuerpo esparcido
por todo mi alrededor,
me sentí feliz,
tuve miedo a mismo tiempo,
miedo de quererte tanto,
de formar parte de mi corazón,
y ahora, del mismo cielo, mar y viento.
 Colección paisajes de mujer

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