miércoles, 9 de febrero de 2011

NAVÍO DE AMISTAD

Con velas enredadas en altos mástiles,
cantando al mar canciones de amistad,
desafía al viento y a la tormenta,
este vínculo que, sin ser familia,
navega con fraternidad.

Con estirpe de buena cuna,
con arrogancia y poderío,
desafía el transcurrir del tiempo,
igual que un iceberg aguanta
al paso de los años.

Da vueltas al mundo,
amarrando en los puertos,
esperando el día de regreso.
Aventurero de viajes,
sensible, contempla el fugaz
recorrido de las estrellas
por los caminos del cielo.

Armado con cañones,
siempre está dispuesto a defenderse
de sus presuntos enemigos.

Va surcando los oceános,
defendiendo con orgullo
el estandarte de la amistad.


 Colección Hundido en mi colchón

EL ÚLTIMO PASEO

Salí de mi casa con la sana
intención de pensar en ti.
Vi a unos pajaritos volar,
a una señora desde su
florido balcón canturrear,
y yo, seguía empeñado
en pensar solo en ti.

Quedé emocionado
al ver aquel chiquillo
coger la mano de una ancianita
para ayudarla a cruzar la calle.

Las flores, a mi paso,
parecían murmurar tu nombre.

¡Qué día más hermoso para pensar en ti!

Cerré los ojos de emoción,
cuando, de repente, a lo lejos,
divisé tu hermosa silueta
y ya no tuviste tiempo de avisarme
de que iba a tropezar.

¡De bruces mi fui al suelo!

Un viejo me vio tumbado en el suelo
y de la impresión de ver la sangre,
se puso a vomitar.

Al momento, cruzó un hombre
con traje, que a grandes pasos,
pasó por mi lado sin inmutarse.

Te juro, vida mía,
que al salir de mi casa,
lo único que pretendía
era pensar en ti.


Colección Hundido en mi colchón

EL BAÑO

Por la mañana, me despierto
con la boca reseca de tantas
veces tu nombre repetir.
Me levanto y me rasco la cabeza
y me encamino hacia el baño.

Bajo el agua, te busco por
los caminos de mi piel,
entre los dedos del pie,
debajo de las axilas.
Sacudo mis cabellos,
para buscar entre ellos
una caricia tuya
o un buen recuerdo.

Me froto y me rasco,
y después de un buen rato,
¡de la sucidad no queda ni rastro!

¡Todavía me acuerdo de cuando
tú frotabas mi espalda!

¡Dios mío!
-¿Cuánto tiempo he pasado sin lavarme?
-¡Desde que me dejaste!
Desde entonces,
no he podido dormir,
ni salir a la calle.
A mi vera, la gente no se paraba,
un "tufillo" extraño arrastraba
que no gustaba.

Ahora que me he duchado,
el mal olor me ha abondonado
y me siento satisfecho de volver
a ser un tipo normal.


Colección Hundido en mi colchón

sábado, 29 de enero de 2011

SÓLO ENTONCES, LLÁMAME

Si alguna vez tu deseo por mí se apaga,
cuando mi nombre no baje por tus venas,
cuando tu manos no retengan el calor de mi piel,
cuando de tu boca ya no broten delicadas palabras.

Sólo entonces, llámame.

Recuperaré en los primeros colores del alba,
las horas en que la luna y tú fuistéis mis cómplices.

Volveré a susurrar al viento desconocidos
cuentos perdidos en el tiempo.
Amasaré en tus labios nuevos besos,
y al gatear de mis yemas en tu cuerpo,
encenderé un nuevo anhelo.

Si alguna vez tu amor por mí se apaga,
sólo entonces, llámame.

Arrancaré de entre mis dientes
unos nuevos pendientes.
Teñiré de plata las sombras de aquellas noches,
cuando derramabas lágrimas de desesperanza.


Colección Hundido en mi colchón

PUESTA DE SOL

El atardecer se hace latente.
Sobre las aguas se marcan caminos,
cuando las barcas buscan cobijo
y las gaviotas van revoloteando
sus últimas danzas sobre el Mediterráneo.

Colgado en lo más alto, como un títere,
el sol se dispone a efectuar su última función,
tiñiendo el horizonte de color y fuego.

Como un niño jugando con su lapicero,
dibuja el éter de caprichosos colores,
mezclando rojos, amarillos, grises,
negros, blancos y azules.

Palidecen a cada segundo las nubes
entre matices diferentes, y la tierra,
poco a poco, va adquiriendo
un suave tono negro.

Apaga su calor al tomar
su último baño entre islotes lejanos.
Se sumerge lentamente, componiendo
extrañas sinfonías de colorido.
Se esconde como un chaval travieso,
orgulloso por haber pintado
hasta en el mismo firmamento.


Colección Hundido en mi colchón

AQUEL INVIERNO

Aprendí a sentir nostalgia de ti aquel invierno
y a soñar a través de mis ventanas
en frías noches de tormenta,
mientras contemplaba las calles mojadas.

Como preso encerrado en mi casa,
nada comprendí de lo que sucedió
en aquellas noches románticas,
que en tus locas formas me abrasaba.

Ahogué las lágrimas que fluían
de mis ojos como manantiales,
escribiendo tu nombre con mis dedos
en el vaho de los cristales.


Colección Hundido en mi colchón

ESCAPARATE

Curioseando en aquel escaparate,
en su reflejo me vi inmerso dentro de sus cristales.
En sus estantes brillaban preciosas piedras
en busca de mujeres de muchos quilates.

Dulce fue ver tus ojos
convertidos en diamantes
de colores centelleantes,
o aquellos pendientes deslumbrantes
que buscaban orejas a las que colgarse.

Generosos pasadores deseosos de melenas,
para fundirse entre cabellos radiantes.
Justo al lado, una pulsera gemela
de una diadema de encantadoras perlas,
que soñaban con hechizos electrizantes
entre las más bellas de las princesas.

Entre tanta hermosura,
una rosa roja olvidada
hizo abandonar mi codicia,
e imaginé tu cuerpo desnudo
a la sombra de la luna,
y entre toda aquella pedrería
tú te convertiste en la joya más fina.


Colección Hundido en mi colchón

VERSO A VERSO, BESO A BESO.

VERSO A VERSO, BESO A BESO. Si la memoria no me falla, queda lejos, muy lejos, aquel primer verso que nació fruto del amor con el primer bes...