EL DESAYUNO.
La desperté con un beso y le pregunté si quería que le sirviera el desayuno en la cama. Ella, afirmó con la cabeza. Me dirigí a la habitación con la bandeja y una sonrisa de oreja a oreja.
Pensé en lo rápido que había sucedido todo aquella noche. ¿Qué hacía yo en aquella casa sirviendo el desayuno tan gentilmente? Si tan solo unas horas antes estaba maquinando para huir como alma que lleva el diablo.
¡Maldito sea este amor ciego! ¡Maldito tormento que encuentro en su boca! ¡ Y maldito deseo que me tiene atado a la pata de su cama!
Colección; 💯 PALABRAS DE COLORES BRILLANTES
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