UN CLÁSICO.
Al final del día conseguí mi objetivo, tampoco fue tan difícil, pero con los nervios del primer envite reconozco que estuve algo torpe. Le saqué una sonrisa furtiva y un suspiro de alivio al oír mis sentimientos liberados. Aproveché la bonanza del momento para besarle en los labios y acariciarle las mejillas. Me senté a su lado y con voz de galán le recité un poema:
Una cascada, un lago, dos cacatúas y tres aves del paraíso volando. Un sol radiante, una nube perdida, seis palmeras y tú yo chapoteando desnudos y felices por haber traspasado los limites del deseo.
Colección: 💯 PALABRAS DE COLORES
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