AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS.
— ¿Para qué quiero yo un sueño, si tú no estás dentro? Es bonito vernos volar a los dos cogidos de la mano por ríos y montañas. Compartir caminos y desiertos y gritar “TE QUIEROOOO” a los cuatro vientos entre nubes de algodón. Y si me apuras, hasta besarnos en la Luna, en Marte o en Saturno.
— Hasta aquí llego a entenderte, querido. ¿Pero qué coño hago yo, si me dejas tirada en el planeta Tierra, mientras vas a tu bola? Y es entonces, cuando me pongo de los nervios y salto de la cama a tomar el fresco.
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