LA MENSAJERA DE LA PLAYA
Vivía en una solitaria casita de madera, entre pinos cerquita de la playa. Una mesa, una descolorida sombrilla y un viejo cofre de piratas para guardar los mensajes, era todo lo que necesitaba para seguir recogiendo nuevas misivas de amores rotos.
Vestía de blanco y su cabello se alborotaba al aire con la brisa del viento que llegaba de mar adentro. Andaba descalza sobre la arena, recogiendo caracolas, conchas, y botellas en busca de mensajes de desconocidos que los enviaban, a través de los mares. El agua del mar refrescaba sus pies, mientras seguía rescatando nuevos relatos de almas solitarias.
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