viernes, 13 de octubre de 2023

NOVIOS, ¡SOMOS NOVIOS!.

NOVIOS, ¡SOMOS NOVIOS!

Pido a la divina providencia un empujoncito, para que me acerque a mi amor platónico, que me dé la luz suficiente para decirle con palabras sencillas algunos de mis múltiples sentimientos. 

Que no debo ser yo muy espabilado para estos menesteres y la chica bien vale pena, pero esta extraña sensación me enmudece por no estar a la altura de tan bella criatura. Me avergüenzo de este cuerpo desgarbado que visto y calzo, que ni siquiera gusté a mi madre el día del parto.

 Como bien os digo, que no os extrañe, que no sea un buen pretendiente para nadie que aprecie la belleza y la riqueza, que ando escaso de ambas virtudes. Aunque de verbo y de letras me la juego con cualquiera, si me dejan acercarme y abrir la boca, la puedo liar "parda" y me llevo el gato al agua.

Claro, aunque rara vez me han dejado embelecer en brazos de damisela alguna y ando escaso de experiencia en el arte del amor físico y sería extraño acertar en el primer invite por falta de práctica. Que para todo, la experiencia es un grado y a mí parece ser que no estoy mencionado, a la entrega de diplomas de sexo.

Esta es la razón por la que pido ayuda divina o humana, para que me dé el valor suficiente para pedirle una cita y darle a conocer mis buenas intenciones, que no son otras que darme a conocer mis virtudes, que de tener, debo de tenerlas. Digi yo. Y sea ella, la qué decida si soy un hombre de buenas condiciones para merecer su confianza.

 Aquella mañana, me levanté envalentonado, como no recuerdo antes. Me miré al espejo y no me vi tan desgarbado, tal vez, aquella noche, algún santo en el cielo, escucho mis plegarias e hizo el milagro de recomponer mi cuerpo. Me vestí para la ocasión y tire para adelante para llevar a cabo la misión más importante de mi vida, que no era otra que conquistar a la chica que amaba en silencio desde párvulos. Asustado, salí de casa en busca de la primera gran aventura amorosa de mi vida.

El primer intento fue un auténtico fracaso, no llegue ni tan siquiera a acercarme. A pocos metros me di la vuelta y huí agazapado como un ladronzuelo. Recordé que nadie quiere a los cobardes, di otra vez la vuelta y fui a por ella con la actitud necesaria. Craso error, porque a mitad del camino me temblaban las piernas como un flan. Y fue entonces que saque fuerzas de flaqueza y pensé, que a la tercera iba la vencida y llegue hasta mi chica haciéndome el encontradizo.  

- ¡Oh, qué casualidad, Pepi! No esperaba verte por aquí a estas horas. 

- ¿No? Es que yo vivo justo arriba, en casa de mis padres. Pero tu hace años que lo sabes, porque somos vecinos ¿Y tú que haces aquí, tan lejos de la tuya? - Preguntó Pepi extrañada de mi presencia y soltando memeces.

- Pues, creo que me he perdido y ahora no sé si sabré volver a casa a la hora de cenar. Y al verte he pensado en pedirte ayuda. 

- ¿De verdad me lo dices? Pepe, tu vives dos calles más abajo. ¿Qué te pasa? ¿No habrás bebido?

- ¿Sabes? Es que he perdido la memoria y no sé ni lo que me digo. Es que quería hablar contigo y no me atrevía y solo digo tonterías, una tras otra. Pero te juro, que si me das tiempo y me concedes una cita, prometo hacerte reír e incluso puedo hacerte un plano de donde vivo, por si vuelvo a perder la memoria.

- Pues la verdad es que lo estás haciendo muy bien. Al menos eres original y divertido. Aunque te estás liando un poco. ¿No crees?

- De verdad, no te has enfadado conmigo. Es que llevo mucho tiempo ensayando la puesta en escena para conquistarte y me parece que me esta saliendo todo un desastre. Pero es lo que tenía más a mano. Si quieres, vengo mañana y lo intentamos de nuevo y de paso, voy practicando toda la noche.

- No, déjalo. Creo que no podía quedarte peor. Fíjate que me has convencido y acepto esta cita que me has ofrecido. Con tal de no repetir esta escena tan patética.

- No me lo puedo creer, ¿no te estás quedando conmigo? Porque yo llevo mucho tiempo intentando hablar conmigo. Y no había logrado quitarme el pánico de hacer el ridículo.

- Ya me había dado cuenta y hace tiempo que esperaba que te lanzaras, pero veía que eras algo tímido y lento. Y he tenido la santa paciencia de esperarte bastante tiempo. Eres un poco cortito, bandido. Pero me gusta tu talante. 

- Y feo y desgarbado, pero estoy enamorado de tus huesos y te vas a desmayar si te sigo diciendo del tirón todo lo que siento. Pero te prometo, que conmigo a tú lado, tú y yo, viviremos en un dimensión lunatica diferente.

- No te pases, que te estás montando tu propio circo y llevamos dos minutos siendo novios. 

- ¿Novios? ¿De verdad somos novios? ¿Puedo besarte para confirmar eso de que somos novios? Porque a falta de escrituras del pacto de noviazgo, no hay nada mejor que firmarlo con saliba.

- Bueno, pero un beso pequeñito. Que veo que te estás viniendo arriba y mi madre vive en el segundo piso y no quisiera que nos tirará un cubo de agua fría al segundo beso. 

- Vale, vale. Lo que tú me digas. Que ahora tengo miedo de volver a casa y pensar que todo a sido mentirá. Seguro que no duermo en toda la noche. 

- ¿Quieres que te pellizqué? 

-Vale, no sea que todo esto sea un fraude. Al menos, lo del beso ha sido real y no se ha desvanecido el mundo a mis pies. Lo del pellizco también tiene su morbo. ¡Prueba!

- ¡Toma pellizco!

- ¡Ayyyy!  ¡Joder! Tampoco hacía falta que le pusieras tanto empeño. Pues sí, somos reales, los dos y los besos. Que lo sepas. Y ahora no te vayas a volver atrás.

- Tengo que volver a casa, poco antes de que den las diez. Que bajara mi madre y ella no entiende de amores ni besos. Si quieres mañana seguimos hablando. Y te doy más besitos, que veo, que a ti te gustan mis labios. 

- ¿De verdad, que eres mi novia? Me estoy poniendo nervioso. Que sepas que en esto de los besos tengo poco práctica, pero prometo ponerle mucho interés y comerte los morritos.

- Te lo juro por lo más sagrado. Tú y yo somos novios. ¿Te vale esta declaración de amor eterno?

- Júramelo por Snoopy.

- Te lo juro por Snoopy y por lo más sagrado. Que me gustas mogollón y que me "parto" contigo.

- ¿Puedo quedarme a dormir en tu portal?

- ¡Vale! Noooo, no puedes. Que solo somos novios de un rato y mis padres no te conocen y se extrañarían de verte tumbado mañana en el rellano de la escalera. ¿No te parece?  

- Bueno, si tú lo dices. Entonces, ¿cómo quedamos mañana para vernos? 

- Pues donde nos vemos todos los días, en la pastelería donde trabajo, y si vienes antes de las once, pedemos salir a desayunar juntos. Eso, si no vuelves a perder la memoria. Mira que eres tonto, Pepe. 

- No, si ya me acuerdo perfectamente, pero es que me duele tener que dejarte ir. Solo llevamos media hora de novios y ya me dejas a mi suerte. Esta noche voy a escribirte un bonito relato de amor en donde tú serás mi princesa y viviremos en un castillo hecho de chuches.

- Pepe, despierta, que mi padre me está llamando desde el balcón. Tu tranquilo, que ahora sabes que soy tu novia y dejaré que me escribas lo que quieras. 

- ¿Quieres ser mi musa? 

- Pepe, esta noche lo vamos a dejar en novia, mañana seguiremos hablando de lo de la musa, que tú vas a una velocidad que yo no puedo seguir. Pero prometo quererte como nadie te a querido en toda tu vida. ¿Que te parece?

- Me das otro beso de buenas noches. 

- Mira que eres pesado con los besos, llevamos una hora juntos y te llevas media docena de besos y no te vas a tu casa, ni con agua caliente.

- Pero que conste que en contra de mi voluntad. Que en caso de que te vuelvas atrás, tengo todo la conversacion grabada en el móvil. 

- ¡Madre mía! Dónde me he metido, tú estás loco, loco de remate. Tu no eres mormal, tu vienes de otro mundo.

- Si, un poco sí, pero te quiero con la misma locura con que hablan los humanos.

- ¡Te quiero, tonto! Y prometo soñar contigo. Y ahora te vas corriendo a tu casa.

- Pues con esto, tengo suficiente para verte mañana. Me gustas, Pepi. Y no te olvides que mañana cuando me veas,
que nos hemos hecho novios de verdad de la buena 

- ¡¡¡ Mira que eres pesado!!! Que si, que siiiii, que te vayas a dormir a tu casa. Que llevamos una tarde de novios y ya me estoy arrepintiendo.


Fin

Juanjo Cardona.

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