viernes, 13 de agosto de 2021

EL EMBAUCADOR DE LETRAS


Y no es tan solo por las letras, ni por el mismísimo poeta por lo que me enamoro, sino por el amor con que escribe. Por la sensibilidad con que escoge las vocales y las consonantes, y el cariño con que las coloca sobre un pergamino. Por la ilusión que le pone a cada palabra, por la ternura con que marca las comas. Por la magia de los puntos seguidos y los suspiros que provocan los puntos y aparte. Y que decir de este arte que le da a los dos puntos y la desvergüenza del punto y coma, con los que me parte el alma mía, para seducirme hasta el delirio… con los puntos suspensivos. ¡Como para no quererle
! Vamos, digo. Si solo con el título se me pone el vello como escarpia. Y como no, por ese acento que me estremece o por estas líneas que me vuelven loca de remate.

Y que me dices, de cuando describe con tanto tacto el abrazo tierno o este desnudo íntegro que desata la lujuria desde las mismísimas entrañas. Son tantas las palabras agudas, llanas y esdrújulas. Son tantos los adjetivos que va alineando de forma virtuosa, que convierte en todo un lujo el modo de llenar las hojas en blanco. En el punto y final se me acelera el pulso, hasta desvanecerme entre mares de chocolate y nata.

Y es este el preciso instante en que el poeta da por terminado el poema, con un FIN con mayúsculas.
 


Colección: POEMAS DE TERRONES DE AZÚCAR BLANCO

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