Qué más quisiera yo que estar callado, que además estoy más guapo, y como dice mi amigo: "Para decir tonterías mejor estás calladito".
Pero, es que con esto de la segunda vacuna de Astra-zeneca, me han dejado de piedra. O sea, que después de todo el follón que han montado con las vacunas, ahora van los muy pillos, se lavan las manos y te dicen por todo el morro: ¿O la Zeneca o la Pficer? Tú mismo.
Además, debes de firmar para dar consentimiento de los posibles consecuencias, si es que las hubiera o hubiese. Como si el pobre pueblo llano tuviéramos alguna noción científica para tomar tal decisión. Yo soy uno de estos afectados en el tema. Así que voy a tomar una decisión salomónica: Tirar una moneda al aire, y que sea lo que Dios quiera.
Dicho lo dicho, quiero resaltar que es la primera vez que el Estado de derecho, quiere contar con los ciudadanos para tomar una decisión de tal dimensión. Hecho, que a pesar de todo, me llena de alegría y satisfacción, por qué en caso de que me pueda costar la vida, sería bajo mi responsabilidad. ¡Qué narices tienen!
Supongo que en otras decisiones importantes del Gobierno, también contaran con nosotros.
Primero fue pasarle la patata caliente a las comunidades, y no solo contentos con esta chapuza, ahora quieren que firmemos nuestra sentencia. Si es que se diera el caso, que no creo que suceda tanta desgracia.
En fin, que nos cojan confesados. No creo que suceda nada, las vacunas son seguras a un 96 %. Más miedo me dan estos políticos, que no tienen crédito alguno con estas y otras decisiones que van cogiendo sobre la marcha. Ellos a su puñetera bola.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
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