Nada nuevo. Esto es normal, lo cotidiano, vamos que ya nos tienen acostumbrados. Se pasan la pelota de uno a otro y de oca a oca y tiro porque me toca. Esto es un no parar. No solo por lo de la pandemia, que con esto ya deberíamos tener bastante. Pero se empeñan en estar siempre en el candelero. Les encanta ser los protagonistas de la película, de las portadas de los periódicos, de las noticias de la TV. Tampoco se pierden ninguna oportunidad de estar en los programas de debates mostrando palmito.
Nada, que después de tanta presencia y elocución sacas en claro que lo tienen todo controlado, mientras el pueblo permanece contento, pero engañado.
Un país en quiebra al borde del abismo. Las empresas de trasportes: aviones, barcos y autobuses. La hostelería, el turismo. Manifestaciones en todo el país. No, no pasa nada. Para ellos, estos problemas no son de su incumbencia. Pero sí que han encontrado un agujero en hacienda y eso será un hecho imperdonable para los infractores. Que se atengan a las consecuencias. Hasta el Emérito esta pagando los atrasos por si acaso le cae el peso de la justicia sobre su corona.
Y mientras, los migrantes se pasean libremente por la península a su libre albedrío. Pero a ellos, los que lo deberían saber, pues mira por donde "no les consta". Están de coña.
Pues mira por donde yo tampoco sé si tirarme a las vías del tren o al maquinista. Porque lo que más me duele, no es que las cosas sean como son, que bastante desgracia tenemos. Lo que llevo mal, muy mal es que me tomen el pelo.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
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