Ya
te digo yo que esto de la pandemia da un mal rollo que te cagas. Que no, que no lo tienes,
pero siempre estas observándote por dentro y por fuera por si acaso. Aunque también podrías
ser asintomático y tenerla, pero no saberlo ¡Que nervios!. Y es que eso de los protocolos me tiene angustiado todo el día; Que si la
distancia, la mascarilla, lo de no fumar, lo de limpiarnos las manos o lo de no
abrazarnos ni besarnos. Vamos, que yo desde hace unos meses que con mi parienta ni nos acostamos por
miedo a contagiarnos. No es por nada. Mira tú que tontería,
pero hasta estos extremos hemos llegado, y si nos vuelven a confinar le pongo
yo un tabique al piso. Digo.
Y es que eso no es vida, estamos obsesionados. Vemos a un amigo y giramos la esquina y como nos venga de cara (es un decir) te subes la mascarilla, como si fueras un bandolero, y te pones a correr como alma que lleva el diablo. El otro día iba yo por la calle y un amigo al reconocerme me llamo por mi nombre y tuve que negarlo hasta tres veces. Nada, todo por seguir las normas y porque nunca había visto tantos Guardias Municipales por las calles. Y me pregunto. ¿Y todos estos dónde estaban antes? ¡Madre mía! Que están todo el día de un lado para otro y los coches con los altavoces a grito pelado: ¡PONGANSE LAS MASCARLLAS! ¡NO FUMEN POR LA CALLE!. A mi me dan hasta miedo. ¡Coño!
Por eso después de diez meses ya vamos memorizando el mensaje, yo desde que deje de estudiar el E.S.O que no había leído tanto en mi vida. Vamos, que voy andando por las calle y voy leyendo hasta los menús de los restaurantes, por si me dejo algo por el camino. ¡Ah! y no me pierdo ningún telediario. Que te juro que los veo todos, los del medio día, los de la noche y entre uno y otro me conecto con el canal 24 horas y algunas veces a la de los catalanes. Vamos que si me infecto no será por falta de información de primera mano.
Juraría que ya no soy el mismo de antes del virus, que tengo unos miedos exagerados. Pero no solo al contagio, sino a todo lo desconocido, a todos los consejos que te llegan de todos los lados y a pesar de que algunos políticos dicen que lo tienen todo controlado, luego salen las estadísticas de los médicos y te hablan de muertos y miles y miles de contagios. ¿Y yo a quién le hago caso? Que conste una cosa, que si me muero o me contagio la culpa no será mía, porque yo he seguido el protocolo a pie juntillas. ¡Vosotros mismos!
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA
MADRE QUE LO PARIÓ
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