Cualquier día se irá el virus y volveremos a estar
tranquilos. No será que no canten los pájaros, que nunca han dejado de
piar como los ángeles, sino que cantaremos los humanos libres de
contagio. Volveremos de nuevo a los bares. Entonces las mañanas serán
como eran antes, llenos de ruido y de tráfico y volveremos a cruzarnos
con cientos de personas malhumoradas yendo y viniendo de sus trabajos.
Cualquier
día se irá el virus y habrán muerto jóvenes y viejos y los enterramos
sin consuelo. En un rincón del cementerio les dedicaran un monumento
repleto de floridas coronas y ramos y con cada uno, se nos irá
un trocito de corazón apenado. Un Ave María y tres Padres nuestros.
Nos quedaremos sin abuelos y nos sentaremos bajo un almendro al lado del pozo del huerto, para hablarles a nuestros hijos de ellos, para que les quede en la memoria sus recuerdos. Se irán al cielo; un día de primavera, entre campos de amapolas y cerezos en noches de luna llena.
Se
irá el virus y todo volverá a ser como antes y volveremos al bar de
Paco, porque con el tiempo todo se habrá olvidado y pasaran los años y
olvidaremos el duelo y se nos irá el santo al cielo.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
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