—Mira niña, allá a lo lejos... Mira aquella estrella, que va anunciando que están llegando los Reyes Magos.
—¿Ves, mi niña, cómo brilla? Y es que están llegando los Reyes, con sus pajes y miles de regalos.
—¿Ves como se acercan? Gaspar, Melchor y Baltasar, cabalgando por el cielo cargaditos de caramelos.
Y como ofrenda le traen al Niño Jesús: oro, mirra e incienso.
Y como ofrenda le traen al Niño Jesús: oro, mirra e incienso.
—¿Por qué lloras, mi niña?
—¡Porque yo me he portado mal y no me van a dejar nada para jugar!
—Mira, mi niña, eso no es verdad. Tú eres un ángel y no te va a faltar de nada. ¿Tú escribiste la carta a los
Reyes Magos de Oriente?
—Sí, y solo les pedí una sola cosa: Que os quisierais tú y mamá… nada más. Que para mí no quiero nada
—¡Ay, mi niña! ¿Cómo no te van a llevar nada, si tú eres más buena que el
pan?
—Mira cómo pasan los reyes camino al portal. ¡Pero no llores más, tonta!, porque si te ven llorar, se van a enfadar y no te van a dejar más que carbón en el balcón
—¡No papá, ya no voy a llorar más! ¿Tú a mí me quieres?
—¡Cómo no te voy a querer, mi niña, que te quiero hasta la luna… y vuelta atrás! ¡Que de buena que eres, me voy a echar a llorar!
Colección: POEMAS DE TERRONES DE AZÚCAR BLANCO
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