Desaparecieron las horas del reloj de hierro,
murió el segundero
y las manecillas corrieron allá por el cielo.
Se nos fue el tiempo
y nuestras manos se agarraron al viento.
Se nos fue la vida en cada intento,
tu aliento me dejó prisionero.
Con mis dedos caminé sobre tus pechos
y resbalaron hasta el sendero.
Tus besos me ilusionaron
y mi sangre se diluyó por todo tu cuerpo
y derrumbó muros y lamentos.
Busqué poseído un rincón donde parar el universo,
para ser testigo de aquel épico momento
que iluminaría el mismísimo firmamento.
¡Se te fue la vida,
se escapó un ángel de tus adentros!
¡Se nos fue la noche
y el día nos encontró buscando castillos de fuegos!
y el día nos encontró buscando castillos de fuegos!
He escrito unos simples versos,
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