que desde por la mañana
no la he vuelto a ver,
ha escurecido y aún no ha vuelto.
¡Madre mía, como la añoro!
Ella es dulce, fantasiosa,
presumida, pequeña, delgada,
altiva y hoy camina sola.
Hago un largo silencio en
nombre de nuestra fidelidad
y deseo que pase el tiempo
amorrado en este papel en blanco,
que me hace sentir más fuerte
y me olvido de malos pensamientos.
¡Ay, madre mía, como
la puedo llegar añorar!
Y cuando la veo que
de noche vuelve a casa,
se disipan todas mis dudas.
-¡Ay, capullito de alhelí,
cuando te marchas de casa
los celos me matan!
Colección Almas nostálgicas
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