martes, 10 de mayo de 2011

PERFUMES DE BOSQUE

Tumbada sobre la arena,
desnuda como una muñeca.
Le llegaban a la piel de cereza
los primeros rayos de sol.
Los ojos cerrados,
los labios teñidos de sangre.
Los dedos de los pies
se les perdían por el horizonte.
Las manos dormidas,
llenas de caricias.
Los pechos redondos
como dos granadas al viento.
Y en medio de aquel tesoro,
un ombligo en forma de bombón.

Y si con todo lo que os he contado
no hubiera suficiente,
envolverla de perfumes de bosque.

¿Qué cómo me siento?
¡como un tonto enamorado!

Colección Muñecas de trapo

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