traga uno a uno a cada pasajero,
que pacientemente espera aposentar
en el asiento su trasero.
Una simpática azafata con sonrisa ensayada,
da la bienvenida a bordo del aparato.
Con voz tranquila anuncia por los altavoces
que en breves momentos emprenderemos el vuelo
y nos saluda en nombre del capitán
y del resto de la tripulación.
Aceleran los motores a través de la pista,
para coger carrerilla y alzarse en el aire,
con cientos de personas engullidas.
Preocupantes movimientos,
golpes laterales, vientos sospechosos
hacen zarandear al enorme pájaro de hierro,
que temerosamente, surca el cielo,
con inocentes personas, ajenas a su suerte.
Improvisadas modelos, con gestos y posturas,
enseñan a ponerse el chaleco salvavidas,
¡por si lo necesitas!
Surcando el espacio, cruza mares de algodón,
y a miles de metros de la tierra,
el corazón como un juguete se estremece.
Con el cinturón bien apretado,
el desfile ha comenzado:
-¿un caramelo?, ¿un periódico?
Una viene de frente,
a la otra le miras el pandero,
todo distrae al sufrido pasajero.
A la hora señalada,
se anuncia la llegada,
¡hemos sido unos valientes
al ignorar un peligro tan eminente!
Colección, Hundido en mi sofá.
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