Me contó mi padre
que lloró en mi parto,
que yo nací fuerte y sano,
y que mi madre me dio a luz
con dolor e ilusión,
y allí estaba ella
desde el primer instante
protegiendome entre sus brazos.
No puedo recordar,
pero mi padre me contó,
que a partir de aquel momento
ella no dejo de quererme,
que cuido de mis fiebres
durante mil días y sus noches.
También mi padre me contó,
que cuando crecí, algunas veces,
llegaba de madrugada
y allí estaba ella esperándome,
detrás de la puerta
dispuesta a regañarme
Hoy mi padre no puede contarme
más historias de mi madre,
porque hace tiempo que murió.
Y ahora tendré de ser yo
quién cuente a mis nietos
lo importante que son sus madres
y lo mucho que les quieren…
Quiero dedicar esta poema
a mi madre y a todas las madres,
para que sigan queriéndonos
como siempre nos han querido.
¡te quiero mama!
Escribo poemas a la soledad, para hacerle compañía, haciéndole la espera más corta y más dulce la sonrisa. Soy de los que creen en el sonido del silencio o de los que habla con el mar. ¡Soy de aquellos que la gente piensa que estamos locos!
domingo, 5 de mayo de 2013
miércoles, 1 de mayo de 2013
ÁNGEL DE ALAS QUEBRADAS
Cegaron mis ojos al
recuerdo
Calló mi voz el fuego
rojo
y al olvido de aquel
tiempo
que el blanco de los
almendros
cubrían el cielo.
de su lengua viperina
que desdibujaba cualquier
atino a la verdad.
¡Qué tiempos aquellos
que volábamos ala con
ala,
pico con pico!
¿Cómo quieres que volemos?
¡si mis ojos están ciegos,
si mi palabra esta muda
y ya no pueden volar
mis alas quebradas!
¿Cómo quieres que rasee
por mares, montes, ríos y valles?.
Si tú te encargaste de
que olvidase
hasta de mi propio nombre.
¿¡Cómo quieres que vuelva volando
de nuevo a comer a tus manos,
domingo, 28 de abril de 2013
UN ÁNGEL SIN ALAS
Me empujaron al vacio,
un espíritu o un ángel malo.
Pero ni el uno ni el otro
pensó en frenar mi caída.
Y allí aparecí, en caída libre,
dando giros y haciendo espirales.
Me empujaron un día,
que no llevaba alas.
Me precipitaba contra la tierra
y sentí pánico, porque iba a dar
con mis huesos al suelo.
Caía y caía y nadie me paraba.
¡Quién me empujara no supo lo que hacía!
Porque aquello se convertió en pesadila
y ya era hora que alguien diera,
por finalizado este embrollo.
¡Por favor, que alguien me pare que no llevo alas!
¡Por favor, que alguien entre en mi sueño y me despierte!
un espíritu o un ángel malo.
Pero ni el uno ni el otro
pensó en frenar mi caída.
Y allí aparecí, en caída libre,
dando giros y haciendo espirales.
Me empujaron un día,
que no llevaba alas.
Me precipitaba contra la tierra
y sentí pánico, porque iba a dar
con mis huesos al suelo.
Caía y caía y nadie me paraba.
¡Quién me empujara no supo lo que hacía!
Porque aquello se convertió en pesadila
y ya era hora que alguien diera,
por finalizado este embrollo.
¡Por favor, que alguien me pare que no llevo alas!
¡Por favor, que alguien entre en mi sueño y me despierte!
Colección Poemas de historias de ángeles
jueves, 25 de abril de 2013
UN ÁNGEL NEGRO
Se acercó a mi vera,
despacio, volando,
como si un ángel fuera.
¡¡¡El más hermoso del cielo!!!
Miró fijamente
a mis ojos azules
sin que pudiera contener su mirada
Era negro, del color de la noche.
Puso su mano sobre mi hombro
y se convirtió en mi único sueño.
Y así, ató mi vida a la suya.
Sus cabellos al viento
movían las aspas,
que molían el trigo
del color del sol
en un día abierto.
Un beso, cerró mi boca,
y juro haber escuchado
el sonido del silencio.
Abrazó mi cuerpo
y se encendieron mis entrañas.
Pasó por mi vida
un solo instante y me dejó
colgado a su hado
y hoy cabalga mi alma errante
buscando en el cielo un ángel negro.
como si un ángel fuera.
¡¡¡El más hermoso del cielo!!!
Miró fijamente
a mis ojos azules
sin que pudiera contener su mirada
Era negro, del color de la noche.
Puso su mano sobre mi hombro
y se convirtió en mi único sueño.
Y así, ató mi vida a la suya.
Sus cabellos al viento
movían las aspas,
que molían el trigo
del color del sol
en un día abierto.
Un beso, cerró mi boca,
y juro haber escuchado
el sonido del silencio.
Abrazó mi cuerpo
y se encendieron mis entrañas.
Pasó por mi vida
un solo instante y me dejó
colgado a su hado
y hoy cabalga mi alma errante
buscando en el cielo un ángel negro.
Colección Poemas de historias de ángeles
domingo, 21 de abril de 2013
UN ÁNGEL TRAIDOR
Con una afilada espada
apuntaba derecho a mi espalda,
sobornando mis oídos
con vidriosas palabras.
En mi dorso sentí palpitar
un corazón desdeñado,
sin alma ni esperanza.
Hablaba de un pasado lejano
que olía a naftalina, de viejos sueños
y amores incomprendidos.
Ella seguía platicando
sin atreverse a dar la cara.
Vendía humo, con voz apagada.
Se subió al tiempo pasado,
contando historias que solo ella recordaba.
Túneles del tiempo de joyosos espejos.
Hablaba de amor, de sexo y proyectos,
hablaba de sueños, hablaba de cosas,
¡que tal vez, hace tiempo, fueran ciertas...!
Y ahí seguía ella, jugando
con su afilada espada,
pero nunca se atrevió
a dar la vuelta y mirar de frente,
de cara a cara.
apuntaba derecho a mi espalda,
sobornando mis oídos
con vidriosas palabras.
En mi dorso sentí palpitar
un corazón desdeñado,
sin alma ni esperanza.
Hablaba de un pasado lejano
que olía a naftalina, de viejos sueños
y amores incomprendidos.
Ella seguía platicando
sin atreverse a dar la cara.
Vendía humo, con voz apagada.
Se subió al tiempo pasado,
contando historias que solo ella recordaba.
Túneles del tiempo de joyosos espejos.
Hablaba de amor, de sexo y proyectos,
hablaba de sueños, hablaba de cosas,
¡que tal vez, hace tiempo, fueran ciertas...!
Y ahí seguía ella, jugando
con su afilada espada,
pero nunca se atrevió
a dar la vuelta y mirar de frente,
de cara a cara.
Colección Poemas de historias de ángeles
jueves, 18 de abril de 2013
MI ÁNGEL DE LA GUARDA
Un rayo de luz opaca
entró por la ventana
a través del fino hilo
de una pestaña.
Su voz apasionada
llenó mis oídos de ansia,
igual que las gotas de lluvia
se convierten en lago
en las entrañas de la montaña.
Recorrieron sus uñas
mis débiles carnes,
como el filo de una espada
mientras circulaba mi sangre
bañada en oro, mirra y plata.
Anduvo mi cuerpo perdido
en tierras movedizas,
buscando un resquicio
de luz donde agarrarme.
Busqué en el cielo
un lugar donde columpiarme
y fueron sus brazos de ángel
quienes me mecieron,
mientras me canturreaba
viejas canciones de cuna.
Colección Poemas de historias de ángeles
entró por la ventana
a través del fino hilo
de una pestaña.
Su voz apasionada
llenó mis oídos de ansia,
igual que las gotas de lluvia
se convierten en lago
en las entrañas de la montaña.
Recorrieron sus uñas
mis débiles carnes,
como el filo de una espada
mientras circulaba mi sangre
bañada en oro, mirra y plata.
Anduvo mi cuerpo perdido
en tierras movedizas,
buscando un resquicio
de luz donde agarrarme.
Busqué en el cielo
un lugar donde columpiarme
y fueron sus brazos de ángel
quienes me mecieron,
mientras me canturreaba
viejas canciones de cuna.
Colección Poemas de historias de ángeles
lunes, 15 de abril de 2013
UN ÁNGEL GUERRERO
Tú lo sabías,
sabías que aquella noche,
cuando resbalaban por las paredes
las tinieblas invisibles de la luna,
yo cedería a tu perverso erotismo.
Tú lo sabías,
sabías que agrietarían mis carnes,
que cegarían mis pupilas,
que morirían mis entrañas
y me convertirías en ceniza.
Tú lo sabías,
sabías que en cada roce
emitiría un agudo gemido,
en cada beso robarías un trozo de alma
y que me irías quitando la vida sin prisa.
Tú lo sabías,
sabías que la noche sería tu aliada
y que tus ojos chispeantes correrían
por la cama, quebrando mi sonrisa.
Tú lo sabías,
sabías que no soportaría miradas ajenas
rodando por mi cuerpo,
que se clavarían como púas
y se hundirían más allá del mismísimo deseo.
Tú lo sabías, ¡lo sabías!
¿Y ahora, para qué necesitas mis ansias,
si ya no te sirvo para tus perversos juegos?
¡Tan solo te has convertido en la reina,
en la reina, de un mortal cualquiera!
Di, si tú lo sabías,
¿por qué tanta pirotécnica,
si con un sencillo beso...
yo ya me daba por vencido?
sabías que aquella noche,
cuando resbalaban por las paredes
las tinieblas invisibles de la luna,
yo cedería a tu perverso erotismo.
Tú lo sabías,
sabías que agrietarían mis carnes,
que cegarían mis pupilas,
que morirían mis entrañas
y me convertirías en ceniza.
Tú lo sabías,
sabías que en cada roce
emitiría un agudo gemido,
en cada beso robarías un trozo de alma
y que me irías quitando la vida sin prisa.
Tú lo sabías,
sabías que la noche sería tu aliada
y que tus ojos chispeantes correrían
por la cama, quebrando mi sonrisa.
Tú lo sabías,
sabías que no soportaría miradas ajenas
rodando por mi cuerpo,
que se clavarían como púas
y se hundirían más allá del mismísimo deseo.
Tú lo sabías, ¡lo sabías!
¿Y ahora, para qué necesitas mis ansias,
si ya no te sirvo para tus perversos juegos?
¡Tan solo te has convertido en la reina,
en la reina, de un mortal cualquiera!
Di, si tú lo sabías,
¿por qué tanta pirotécnica,
si con un sencillo beso...
yo ya me daba por vencido?
Colección Poemas de historias de ángeles
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