Podemos ir haciendo las maletas para volver a casa y no es una incongruencia, sino toda una premonición de lo que nos espera después del día reyes. Hasta aquí hemos llegado amigos, hasta aquí nos han dejado disfrutar de libertad condicional y ahora nos tocará volver a encerrarnos para pagar los excesos cometidos durante los días de fiesta. Siempre con el beneplácito de usías.
Es curioso ¿Porqué será que lo sabíamos todos y nadie hizo nada para remediarlo? Y no me refiero a los ciudadanos de a pie, que no tenemos ni voz ni voto. Sino a los verdaderos culpables que ahora salen de puntillas y nos dejan con el culo al aire. Como siempre.
A partir de mañana volverán las nuevas normas, protocolos, niveles y todo lo que se les ocurra, para que todo vuelva otra vez donde estaba. Y así llegamos a la tercera ola sin remedio. Es un hecho. Contamos a miles los contaminados y a cientos los muertos a diario, pero esto parece que no importa, porque se ha vuelto algo cotidiano.
Al menos habrán salvado la economía los días: de Santa Claus, Navidad, Noche vieja, Reyes Magos y durante unos semanas los comerciantes han podido pagar algunos atrasos, mientras los de hacienda han estado dando palmas. Nada malo. No, nada malo, esto sería lo normal si no fuera por las consecuencias con las que pagaremos justos por pecadores.
Y ahora vuelve a prepararte para otro confinamiento. De alguna forma deberemos pagar los excesos. No me preguntes cómo, que no tengo ni idea. Igual vuelven a cerrar los bares y restaurantes como venganza a no sé que cuento se inventaran de nuevo los guionista de nuestro destino.
Porque por si no te habías enterado... el COVID-19 esta todo el día de bar en bar, borracho como una cuba, bebiendo cerveza y vino tinto...
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
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