Vuela de jardín en jardín
y no se queda prendida
en ninguna flor.
De los estambres,
les liba el polen
y, si fuera necesario, moriría
clavando el agijón.
Su cuerpo está cubierto
de miel de flor.
Y yo, como mosca golosa,
me quedo pegado
de cuatro patas
deseoso de ella.
Para mi amiga Laura de Gerona
Colección Puntas de lápices
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