¡Madre mía del amor hermoso! Y pensábamos que los españoles éramos los más tontos de Europa y que no sabíamos comportarnos como
seres civilizados, qué éramos el hazmerreír de los países de la Comunidad Europea.
Habíamos estado durante meses en lo alto de los más contagiados del Hit Parade de la OMS. Y mira por donde, ahora en el resto de Europa caen como moscas y no veas lo rápido que están cogiendo drasticas decisiones, porque ven que esto del coronavirus se les va de las manos.
¿Una segunda ola? Yo diría que a este paso nos amenaza la tormenta perfecta. Lo de la ola lo dicen para quitarle hierro al asunto, pero esto tiene mala pinta. No será como la primera que nos pilló en bragas panza arriba y nadie sabía de qué iba este virus que llegó a la chita callando. De momento las restricciones vuelven a la palestra y la primera nos ordena que nos quedemos en casa.
Bueno, bueno. Lo primordial es ir ha trabajar cada dia, que por lo visto el trabajo no mata ni contagia, como tampoco lo hace usar el transporte público, el avión o el barco. Tampoco se contagian las cajeras del súper, los fontanero, los repartidores de butano, los bomberos u otros mucho trabajos que por lo visto están inmunizados. Pero si quieres hacer una reunión familiar en casa, en un bar, en un restaurante o un kiosco de playa, a estos currantes del oficio, no se les deja abrir el chiringuito o se les limita el horario. Porque el COVID-19 está todo el día metido en el bar comiendo y bebiendo cerveza esperando a los clientes para escupirles a la cara.
Nadie mejor que nuestros representantes para prohibir o permitir lo que más convenga. ¿Qué voy a discrepar yo siendo un ignorante en la materia?
Pues nada amigos, no me queda otro remedio que irme a casita tempranito con mi parienta. Abriré una botella de vino, comeremos unas gambitas fritas y brindaremos por estar vivitos y coleando. Que con los tiempos que corren no es poco. Chin-chin.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
