domingo, 5 de junio de 2022

EL COPIÓN

 Tengo de reconocer que cuando era estudiante no era de los más listos de la clase, ni por asomo me acercaba a aquellos compañeros a los que aun recuerdo con celos y admiración, por lo aplicados y empollones que eran. Y es que a mí me gustaban más las chicas o el fútbol. Que le vamos a hacer. Tengo que confesar que los días de examen me lo pasaba francamente mal y copiaba de mi compañero de pupitre. Aunque la mayoría de veces no me servía de nada, porque nunca supe copiar ni hacer "chuletas". Yo era un estudiante de cinco, tirando a cuatro o... viceversa.



Todo esto viene a cuento, porque quiero explicar que este medio día han dado la noticia de que en España, esta España nuestra, tenemos más contagios que en Alemania, Francia e Italia juntas. ¡Madre mía! ¡Madre mía! A se me cae la cara de vergüenza, os lo juro. ¿No sabemos copiar de los demás países las diferentes formas, prólogos, prohibiciones o lo que sea que hagan ellos para proteger a sus ciudadanos? ¿O es que nos sonroja demostrar lo tontos que somos en este país de pandereta? Solo se trataría de levantar el teléfono y preguntar al encargado de este tema. Es tan fácil como evidente. No creo que de aquí a Francia el virus sea tan diferente como el nuestro. Igual si fuera en Bangladés, el bicho tiene otras costumbres más raras, ¿Pero en Italia, Francia o Alemania? Que están aquí al lado. Que alguien me lo explique. Que somos todos de la Comunidad Europea. ¡Caray! Que somos como primos hermanos e igual nos estamos equivocando en algo y no nos hemos dado cuenta y lo tendríamos que consultar con "la familia".



Pues nada, señores encargados del tema del contagio, que si alguien no se atreve a llamar y hacer la consulta, que me den el número de móvil y yo les hago el recado. Que no me importaría quedar como el culo por algo que vale la pena y tiene a todo el país en vela.

LOS VIGILANTES DE LAS MASCARILLAS

Siento pensarlo y tener que escribirlo, pero es que hace tiempo que el ser humano me ha defraudado. Pero eso no es nuevo, desde siempre, que la persona por naturaleza es interesada, mentirosa y añadiría que en algunos casos ruin y rencorosa. Hasta aquí nada que objetar, porque esto lo llevamos en nuestro ADN desde los siglos de los siglos.


Así como el animal, solo tiene la intuición de la supervivencia, nosotros, los humanos, además de esta condición también desarrollamos los dones de la mentira y la de interpretar las cosas a nuestra justa medida, que casualmente siempre favorece nuestro interés. No me quisiera desmarcar en ningún instante de mi condición ¡Dios me libre! y me pongo en el mismo saco.


Escribo esto, porque no he escuchado a ningún ciudadano hacerse responsable del contagio de nadie. Solo somos solidarios en los casos que nos conviene. Elegimos a nuestro libre albedrío entre el bien y el mal y sabemos a ciencia cierta como, cuando y con quien debemos quitarnos o ponernos la mascarilla. Además, tenemos la potestad de dar consejos e incluso amonestar a aquellos, que bajo su responsabilidad, hacen con el uso de la mascarilla lo que le viene en gana. Aunque con tantos cambios gubernativos, anda el pueblo algo despistado.


En esta pandemia han salido del armario mucha gente, porque allí dentro, hay escondidos toda clase de personajes frustrados, locos para colocarse la estrella de Sheriff e ir ordenando, incluso insultando, a algunos "desalmados" o "descuidados" que van con nocturnidad y alevosía contagiando a su paso a la gente. Mi apoyo incondicional a todos los contagiados por este maldito virus, porque de ellos, los bienaventurados, los limpios de culpa, (que levanten la mano) será el reino de los cielos. Amén.

FUMANDO ESPERO



..."Fumar es un placer genial, sensual. Fumando espero al hombre a quien yo quiero. Tras los cristales, de alegres ventanales. Y mientras fumo mi vida no consumo..." "Sentir con más deseo, cuando sus ojos veo sedientos de placer..." "Dame el humo de tu boca..."



De esta guisa nos cantaba la mítica SARA MONTIEL en la película "El ÚLTIMO CUPLÉ" allá por el año 1957. Casi nada la cancioncita de marras, que por ser de la época franquista, las letras no tenían desperdicio y hablaban muy bien de las virtudes del fumar.



Cuento esto porque en apenas sesenta y tres años hemos pasado de que el hecho de fumar era un placer, incluso sensual, a convertirse en un vicio mortal y contagioso para la salud de las personas que tenemos a nuestro alrededor. Quién soy yo para no estar de acuerdo en prohibir fumar en lugares públicos, terrazas, bares e incluso en las calles. Pero me pregunto ¿Por qué han estado seis meses en descubrir algo tan evidente? No quisiera ser pájaro de mal agüero, pero no hacía falta tantas alforjas para deducir algo tan evidente. Y es que parece ser que les cuesta prohibir las cosas que dejan dinero en las arcas del estado. Muy a pesar de que por causas derivadas del tabaco también mueren más de 50.000 personas anuales en España y de estos datos que son públicos, no hacen ni puñetero caso. Acordémonos de que en el primer confinamiento en el mes de marzo solo dejaron abrir las farmacias, las tiendas de alimentación y casualmente los estancos. Misterios de la vida.



Estoy pensado que si la querida SARITA levantara la cabeza, seguiría fumando y esperando tras los ventanales a su amante solicito y galante, acabarían prendiendo la llama del amor tendidos en un Chaise longue.

Y así no es de extrañar, que en aquellos tiempos la gente fumara como carreteros y los niños a los quince años, iban sacando humo por las calles. ¡Que tiempos aquellos en que fumar era un placer!

LA NUEVA NORMALIDAD. ¡CONTAMOS CONTIGO!



Con el paso de los meses me he convertido en un "Voyeur" de lo algunos iluminados denominan "la nueva normalidad". Tengo que decir que a mí personalmente no me parece nada "normal" lo que está pasando.


Sí que es verdad que nos engañan y nos hacen creer que no pasa nada. Que abren y cierran bares, locales y escuelas como y cuando les viene en gana y al final la culpa siempre es de los ciudadanos. No digo yo que no les falte razón, y que nosotros no estamos acostumbrados a llevar mascarilla y a la segunda cerveza, con los primeros abrazos y besos, se nos va el santo al cielo.


Somos humanos y al nacer con el ADN ya viene incorporado el sistema de defensa, pero no viene incluido lo que hacer en caso de pandemia.

¡Que no señores, que no sabemos! No lo digo por usted, señora, que ya tiene una edad avanzada, ni por usted caballero que es todo un ejemplo, ni tampoco por estos jóvenes descerebrados. No, que Dios me libre de ser un acusica y señalar con el dedo a quienes son los buenos, o los malos de la película. Lo digo por todos en general. Para que nadie se me ofenda.


Si nos denominamos humanos, es porque nos diferenciamos del resto de los animales por nuestra supuesta inteligencia. Tenemos el poder de pensar. Pero visto lo visto, somos la especia más ruin y salvaje del planeta, por no saber defender nuestra salud, ni tan siquiera la de nuestra familia.


No seamos burros, ¡puñetas! Que son tiempos difíciles. No lo hagas por ti, ni por tu madre, ni por tu amigo, ni por tu amante. Hazlo por todos aquellos que amamos la vida y no queremos que nos maten cuatro tontos sin conciencia. Vamos a tomarnos en serio eso de la vida y la muerte, y vamos a coger las decisiones correctas por el bien de la humanidad.

EL BAR DE PACO

 

Cualquier día se irá el virus y volveremos a estar tranquilos. No será que no canten los pájaros, que nunca han dejado de piar como los ángeles, sino que cantaremos los humanos libres de contagio. Volveremos de nuevo a los bares. Entonces las mañanas serán como eran antes, llenos de ruido y de tráfico y volveremos a cruzarnos con cientos de personas malhumoradas yendo y viniendo de sus trabajos.


Cualquier día se irá el virus y habrán muerto jóvenes y viejos y los enterramos sin consuelo. En un rincón del cementerio les dedicarán un monumento repleto de floridas coronas y ramos y con cada uno, se nos irá un trocito de corazón apenado. Un Ave María y tres Padres nuestros.


Nos quedaremos sin abuelos y nos sentaremos bajo un almendro al lado del pozo del huerto, para hablarles a nuestros hijos de ellos, para que les quede en la memoria sus recuerdos. Se irán al cielo; un día de primavera, entre campos de amapolas y cerezos en noches de luna llena.


Se irá el virus y todo volverá a ser como antes y volveremos al bar de Paco, porque con el tiempo todo se habrá olvidado y pasaran los años y olvidaremos el duelo y se nos irá el santo al cielo.

LO IMPORTANTE NO ES QUIÉN LA TIENE MÁS GRANDE



En estos días de incerteza me invade la duda sobre este mundo indefenso y débil a pesar de las armas nucleares y me estremece el porvenir de la raza humana. Acechándonos está un microscópico virus, levantamos muros y cerramos fronteras como si con ello consiguiéremos salir airosos de tan desigual duelo.


Lucen en los campos una esplendorosa primavera de explosivos coloridos y los pájaros volvieron a mi balcón a piar igual que cuando era un niño. ¿El mar? Ese mar, al que decíamos que era de color turquesa y era un despropósito de escombros, ha vuelto a sus colores de origen igual que lo recuerdo en mi infancia.


No, no habrá duelo de Titanes ni luchará David contra Goliat. La guerra ya la ha ganado la bacteria sin necesidad de usar armas. Cuentan las bajas a millares y seguimos con las armas nucleares encerradas en los hangares. Y así, encarcelados por órdenes gubernativas, un día no muy lejano, volveremos tristes a la vida cotidiana. Tristes por haber perdido a gente querida y nos daremos de nuevo la mano y nos besaremos como hermanos y así, poco a poco, volverá a ser todo tal como era antes. Volverán a abrir las fronteras y abriremos de par en par las puertas de las casas.


Entonces alguien muy importante dirá que hemos ganado la guerra, y nos volverán a mentir como de costumbre, porque esto nunca se acaba. Y no nos extrañe que en algún lugar, algún iluminado se autoimponga un monumento en el centro de la plaza de su pueblo, recordando el valor que tuvo en momentos tan críticos, salvando al mundo entero. Mientras algún que otro político, de tres al cuarto, repartirá medallas a cuatro listillos que han estado agazapados en la retaguardia. Y así nos va, así nos irá.


Volverán de nuevo a palidecer las flores, los peces volverán a las profundidades y los pájaros se irán a las montañas más altas. Volverá el odio al mundo y los mandamases competirán a ver quién la tiene más “grande” y será entonces cuando el microscópico virus, atrapado en una probeta, se reirá de nosotros a carcajadas.

UN CANTO DE ESPERANZA CONTRA EL CORONAVIRUS.



Se van las horas y tras ellas los días y tras cada día desaparecen las semanas y los meses de la condenada pandemia que nos tiene hastiados en casa encerrados. La vida se ha vuelto triste y la muerte se desliza por las calles, callada y asesina, atenta a cualquier descuido que tengamos para atraparnos en las oscuras sombras del infierno. Es escurridiza, fea, negra, traidora y va cegando nuestras dichas y alegrías en nuestros enclaustrados días.


El cuerpo se debilita, la mente se despista, pero no olvidemos que debemos seguir siendo fuertes para que no nos coja desprevenidos. Te levantarás cada mañana altivo e invicto con ganas de seguir luchando hasta que venzamos al maldito bicho. ¿Para qué sino? si no fuera porque todavía nos esperan los más gloriosos años de nuestras vidas. Nos aguardan lustros de luz, de esperanza, de canciones y risas.


¡Vete ya, maldito virus! Arrástrate por dunas de estiércol y cloacas putrefactas, desaparece por el mismo camino que viniste, que tú siempre serás nuestro peor enemigo. Y después, cuando entre todos hayamos ganado otra batalla a la muerte, será entonces y no antes, cuando salgamos a la calle a gozar plenamente de nuestras joviales y alegres vidas.

VERSO A VERSO, BESO A BESO.

VERSO A VERSO, BESO A BESO. Si la memoria no me falla, queda lejos, muy lejos, aquel primer verso que nació fruto del amor con el primer bes...