Escribo poemas a la soledad, para hacerle compañía, haciéndole la espera más corta y más dulce la sonrisa. Soy de los que creen en el sonido del silencio o de los que habla con el mar. ¡Soy de aquellos que la gente piensa que estamos locos!
domingo, 5 de junio de 2022
LA NUEVA NORMALIDAD. ¡CONTAMOS CONTIGO!
Con el paso de los meses me he convertido en un "Voyeur" de lo algunos iluminados denominan "la nueva normalidad". Tengo que decir que a mí personalmente no me parece nada "normal" lo que está pasando.
Sí que es verdad que nos engañan y nos hacen creer que no pasa nada. Que abren y cierran bares, locales y escuelas como y cuando les viene en gana y al final la culpa siempre es de los ciudadanos. No digo yo que no les falte razón, y que nosotros no estamos acostumbrados a llevar mascarilla y a la segunda cerveza, con los primeros abrazos y besos, se nos va el santo al cielo.
Somos humanos y al nacer con el ADN ya viene incorporado el sistema de defensa, pero no viene incluido lo que hacer en caso de pandemia.
¡Que no señores, que no sabemos! No lo digo por usted, señora, que ya tiene una edad avanzada, ni por usted caballero que es todo un ejemplo, ni tampoco por estos jóvenes descerebrados. No, que Dios me libre de ser un acusica y señalar con el dedo a quienes son los buenos, o los malos de la película. Lo digo por todos en general. Para que nadie se me ofenda.
Si nos denominamos humanos, es porque nos diferenciamos del resto de los animales por nuestra supuesta inteligencia. Tenemos el poder de pensar. Pero visto lo visto, somos la especia más ruin y salvaje del planeta, por no saber defender nuestra salud, ni tan siquiera la de nuestra familia.
No seamos burros, ¡puñetas! Que son tiempos difíciles. No lo hagas por ti, ni por tu madre, ni por tu amigo, ni por tu amante. Hazlo por todos aquellos que amamos la vida y no queremos que nos maten cuatro tontos sin conciencia. Vamos a tomarnos en serio eso de la vida y la muerte, y vamos a coger las decisiones correctas por el bien de la humanidad.
EL BAR DE PACO
Cualquier día se irá el virus y volveremos a estar tranquilos. No será que no canten los pájaros, que nunca han dejado de piar como los ángeles, sino que cantaremos los humanos libres de contagio. Volveremos de nuevo a los bares. Entonces las mañanas serán como eran antes, llenos de ruido y de tráfico y volveremos a cruzarnos con cientos de personas malhumoradas yendo y viniendo de sus trabajos.
Cualquier día se irá el virus y habrán muerto jóvenes y viejos y los enterramos sin consuelo. En un rincón del cementerio les dedicarán un monumento repleto de floridas coronas y ramos y con cada uno, se nos irá un trocito de corazón apenado. Un Ave María y tres Padres nuestros.
Nos quedaremos sin abuelos y nos sentaremos bajo un almendro al lado del pozo del huerto, para hablarles a nuestros hijos de ellos, para que les quede en la memoria sus recuerdos. Se irán al cielo; un día de primavera, entre campos de amapolas y cerezos en noches de luna llena.
Se irá el virus y todo volverá a ser como antes y volveremos al bar de Paco, porque con el tiempo todo se habrá olvidado y pasaran los años y olvidaremos el duelo y se nos irá el santo al cielo.
LO IMPORTANTE NO ES QUIÉN LA TIENE MÁS GRANDE
En estos días de incerteza me invade la duda sobre este mundo indefenso y débil a pesar de las armas nucleares y me estremece el porvenir de la raza humana. Acechándonos está un microscópico virus, levantamos muros y cerramos fronteras como si con ello consiguiéremos salir airosos de tan desigual duelo.
Lucen en los campos una esplendorosa primavera de explosivos coloridos y los pájaros volvieron a mi balcón a piar igual que cuando era un niño. ¿El mar? Ese mar, al que decíamos que era de color turquesa y era un despropósito de escombros, ha vuelto a sus colores de origen igual que lo recuerdo en mi infancia.
No, no habrá duelo de Titanes ni luchará David contra Goliat. La guerra ya la ha ganado la bacteria sin necesidad de usar armas. Cuentan las bajas a millares y seguimos con las armas nucleares encerradas en los hangares. Y así, encarcelados por órdenes gubernativas, un día no muy lejano, volveremos tristes a la vida cotidiana. Tristes por haber perdido a gente querida y nos daremos de nuevo la mano y nos besaremos como hermanos y así, poco a poco, volverá a ser todo tal como era antes. Volverán a abrir las fronteras y abriremos de par en par las puertas de las casas.
Entonces alguien muy importante dirá que hemos ganado la guerra, y nos volverán a mentir como de costumbre, porque esto nunca se acaba. Y no nos extrañe que en algún lugar, algún iluminado se autoimponga un monumento en el centro de la plaza de su pueblo, recordando el valor que tuvo en momentos tan críticos, salvando al mundo entero. Mientras algún que otro político, de tres al cuarto, repartirá medallas a cuatro listillos que han estado agazapados en la retaguardia. Y así nos va, así nos irá.
Volverán de nuevo a palidecer las flores, los peces volverán a las profundidades y los pájaros se irán a las montañas más altas. Volverá el odio al mundo y los mandamases competirán a ver quién la tiene más “grande” y será entonces cuando el microscópico virus, atrapado en una probeta, se reirá de nosotros a carcajadas.
UN CANTO DE ESPERANZA CONTRA EL CORONAVIRUS.
Se van las horas y tras ellas los días y tras cada día desaparecen las semanas y los meses de la condenada pandemia que nos tiene hastiados en casa encerrados. La vida se ha vuelto triste y la muerte se desliza por las calles, callada y asesina, atenta a cualquier descuido que tengamos para atraparnos en las oscuras sombras del infierno. Es escurridiza, fea, negra, traidora y va cegando nuestras dichas y alegrías en nuestros enclaustrados días.
El cuerpo se debilita, la mente se despista, pero no olvidemos que debemos seguir siendo fuertes para que no nos coja desprevenidos. Te levantarás cada mañana altivo e invicto con ganas de seguir luchando hasta que venzamos al maldito bicho. ¿Para qué sino? si no fuera porque todavía nos esperan los más gloriosos años de nuestras vidas. Nos aguardan lustros de luz, de esperanza, de canciones y risas.
¡Vete ya, maldito virus! Arrástrate por dunas de estiércol y cloacas putrefactas, desaparece por el mismo camino que viniste, que tú siempre serás nuestro peor enemigo. Y después, cuando entre todos hayamos ganado otra batalla a la muerte, será entonces y no antes, cuando salgamos a la calle a gozar plenamente de nuestras joviales y alegres vidas.
AYER TUVE UN MAL SUEÑO
Esta noche soñé que todo fluía como un manantial en calma y mi corazón volvió a sonreír. Soñé que la vida era bella, que en medio del mar navegaban los barcos y que en las calles la gente se abrazaba. Todo eran alabanzas de imágenes dulces y cálidas. Soñé que un solo radiante nos calentaba con rayos de luz de esperanza. Que bonito fue el sueño Cuando vi a los niños jugar en los jardines de infancia ya las madres charlar felices de cosas cotidianas. Unas levas gotas de lluvia, a lo lejos, danzaban sobre los colores del arco Iris.
¿Por qué, de repente llegaron a mi sueño imágenes que me atormentaron?
Unos grandes nubarrones negros cegaron el sol. La gente correo encima casas despavoridos, Mientras la muerte andaba por las calles encima anchas con la guadaña a cuestas. Mi corazón latía como si no hubiera un mañana, quise despertar, abrir los ojos, pero seguía viendo a la muerte sonriente buscando a su presa.
Oscureció mi pueblo, oscureció el mundo entero. Quise despertar, pero no llegué a tiempo. Perdí de vista la luz de luna, el naranjo en flor, el agua de la fuente. Me olvidé del cabello de mi amada y hasta del sonido del viento cimbrar entre los verdes pinos.
Despierte de un sobresalto y fui a mirar por la ventana y me di cuenta de que todo era cierto, que mi pueblo era un desierto. Volví a dormirme a duras penas y busqué en mi mente un hermoso sueño con el que sobrevivir a mi tiempo.
LOS CONSEJOS NO SE DAN, SE PIDEN. GRACIAS.
Me piden que me esconda, que me quede en casa. Que no corra ni salte, que me siente o me tumbe en el sofá o en la cama, pero que no salga a la calle. Todos me hacen recomendaciones y me miran de reojo como si fuera un extraterrestre. Me repiten que lea, que piense, que me reconozca por dentro, pero sobre todo... que no me muera.
Estos días de confinamiento todos mandan y deciden sobre mi vida. Pero haga lo que haga nada, parece ser del agrado de los vecinos, ni de mis familiares, ni de los que telefonean de otros lados del planeta y preguntan que si estoy encerrado a cal y canto y, me aconsejan que me esconda dentro del armario. Que no respire y que sobre todo no me tire al vicio... de beber vino.
Que miedo me dan tantos consejos gratuitos. Me entra el temor que mis poemas contagien a quien las lea y escribo a escondidas y desinfectar las letras con lejía. Cuando me asomo, veo a los vecinos que gritan a los que deambulan por la calle. - ¡Vuelve a tu casa, mal nacido, que serás el culpable de matar al mundo entero!
Y es entonces cuando me asusto de verdad y me escondo, porque ya no sé si seré yo el culpable de este desastre. Pero insisten e insisten en que no salga y que me quede en casa. Pero luego veo que ellos van y bienes según sus intereses y es entonces cuando tengo un miedo atroz de contagiarme, porque debo de ser el único mortal que se queda en casa, mientras los demás acampan a sus anchas.
HOMBRO CON HOMBRO
Algunas de las historias se escriben con la perspectiva que da la vida con el paso del tiempo y el amor que debemos a nuestros mayores e incluso a nuestros difuntos. Las fotos en blanco y negro son testigos del paso de los años igual que el color del cabello de los ancianos.
Oí, que este país se iba a quedar sin abuelos, pero yo me resisto a creerlo. Pero si así fuera, digo: Que sin los cuentos que nos cuentan nuestros padres de sus abuelos se convertiría en un país vacío. Y así, no se puede construir el futuro de un pueblo.
Que no olviden los jóvenes, los mismos que ahora no nos necesitan y dicen que somos unos carcas, que un día no muy lejano ocuparan nuestros asientos. No piensen que se lo dejaremos fácil, pero si así fuera, tendrían de ponerse las pilas para tirar del carro. Oigo por ahí, que no saben poner el botón de "ON" en marcha, porque han sido muchos los años que se han estado formando a costa de sus ancestros y les falta práctica.
Dicen que este maldito virus se llevará a los más débiles y palmarán los viejos, aunque serán muchos los que quedarán para salvar el mundo. Vamos a unir fuerzas, amigos, vamos a estar hombro con hombro; padres, hijos y abuelos. Unámonos para luchar contra este bicho asesino y entre todos limpiemos el planeta de esta pandemia, para que las próximas generaciones puedan vivir felices y tranquilos
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