Escribo poemas a la soledad, para hacerle compañía, haciéndole la espera más corta y más dulce la sonrisa. Soy de los que creen en el sonido del silencio o de los que habla con el mar. ¡Soy de aquellos que la gente piensa que estamos locos!
domingo, 5 de junio de 2022
UN CANTO DE ESPERANZA CONTRA EL CORONAVIRUS.
Se van las horas y tras ellas los días y tras cada día desaparecen las semanas y los meses de la condenada pandemia que nos tiene hastiados en casa encerrados. La vida se ha vuelto triste y la muerte se desliza por las calles, callada y asesina, atenta a cualquier descuido que tengamos para atraparnos en las oscuras sombras del infierno. Es escurridiza, fea, negra, traidora y va cegando nuestras dichas y alegrías en nuestros enclaustrados días.
El cuerpo se debilita, la mente se despista, pero no olvidemos que debemos seguir siendo fuertes para que no nos coja desprevenidos. Te levantarás cada mañana altivo e invicto con ganas de seguir luchando hasta que venzamos al maldito bicho. ¿Para qué sino? si no fuera porque todavía nos esperan los más gloriosos años de nuestras vidas. Nos aguardan lustros de luz, de esperanza, de canciones y risas.
¡Vete ya, maldito virus! Arrástrate por dunas de estiércol y cloacas putrefactas, desaparece por el mismo camino que viniste, que tú siempre serás nuestro peor enemigo. Y después, cuando entre todos hayamos ganado otra batalla a la muerte, será entonces y no antes, cuando salgamos a la calle a gozar plenamente de nuestras joviales y alegres vidas.
AYER TUVE UN MAL SUEÑO
Esta noche soñé que todo fluía como un manantial en calma y mi corazón volvió a sonreír. Soñé que la vida era bella, que en medio del mar navegaban los barcos y que en las calles la gente se abrazaba. Todo eran alabanzas de imágenes dulces y cálidas. Soñé que un solo radiante nos calentaba con rayos de luz de esperanza. Que bonito fue el sueño Cuando vi a los niños jugar en los jardines de infancia ya las madres charlar felices de cosas cotidianas. Unas levas gotas de lluvia, a lo lejos, danzaban sobre los colores del arco Iris.
¿Por qué, de repente llegaron a mi sueño imágenes que me atormentaron?
Unos grandes nubarrones negros cegaron el sol. La gente correo encima casas despavoridos, Mientras la muerte andaba por las calles encima anchas con la guadaña a cuestas. Mi corazón latía como si no hubiera un mañana, quise despertar, abrir los ojos, pero seguía viendo a la muerte sonriente buscando a su presa.
Oscureció mi pueblo, oscureció el mundo entero. Quise despertar, pero no llegué a tiempo. Perdí de vista la luz de luna, el naranjo en flor, el agua de la fuente. Me olvidé del cabello de mi amada y hasta del sonido del viento cimbrar entre los verdes pinos.
Despierte de un sobresalto y fui a mirar por la ventana y me di cuenta de que todo era cierto, que mi pueblo era un desierto. Volví a dormirme a duras penas y busqué en mi mente un hermoso sueño con el que sobrevivir a mi tiempo.
LOS CONSEJOS NO SE DAN, SE PIDEN. GRACIAS.
Me piden que me esconda, que me quede en casa. Que no corra ni salte, que me siente o me tumbe en el sofá o en la cama, pero que no salga a la calle. Todos me hacen recomendaciones y me miran de reojo como si fuera un extraterrestre. Me repiten que lea, que piense, que me reconozca por dentro, pero sobre todo... que no me muera.
Estos días de confinamiento todos mandan y deciden sobre mi vida. Pero haga lo que haga nada, parece ser del agrado de los vecinos, ni de mis familiares, ni de los que telefonean de otros lados del planeta y preguntan que si estoy encerrado a cal y canto y, me aconsejan que me esconda dentro del armario. Que no respire y que sobre todo no me tire al vicio... de beber vino.
Que miedo me dan tantos consejos gratuitos. Me entra el temor que mis poemas contagien a quien las lea y escribo a escondidas y desinfectar las letras con lejía. Cuando me asomo, veo a los vecinos que gritan a los que deambulan por la calle. - ¡Vuelve a tu casa, mal nacido, que serás el culpable de matar al mundo entero!
Y es entonces cuando me asusto de verdad y me escondo, porque ya no sé si seré yo el culpable de este desastre. Pero insisten e insisten en que no salga y que me quede en casa. Pero luego veo que ellos van y bienes según sus intereses y es entonces cuando tengo un miedo atroz de contagiarme, porque debo de ser el único mortal que se queda en casa, mientras los demás acampan a sus anchas.
HOMBRO CON HOMBRO
Algunas de las historias se escriben con la perspectiva que da la vida con el paso del tiempo y el amor que debemos a nuestros mayores e incluso a nuestros difuntos. Las fotos en blanco y negro son testigos del paso de los años igual que el color del cabello de los ancianos.
Oí, que este país se iba a quedar sin abuelos, pero yo me resisto a creerlo. Pero si así fuera, digo: Que sin los cuentos que nos cuentan nuestros padres de sus abuelos se convertiría en un país vacío. Y así, no se puede construir el futuro de un pueblo.
Que no olviden los jóvenes, los mismos que ahora no nos necesitan y dicen que somos unos carcas, que un día no muy lejano ocuparan nuestros asientos. No piensen que se lo dejaremos fácil, pero si así fuera, tendrían de ponerse las pilas para tirar del carro. Oigo por ahí, que no saben poner el botón de "ON" en marcha, porque han sido muchos los años que se han estado formando a costa de sus ancestros y les falta práctica.
Dicen que este maldito virus se llevará a los más débiles y palmarán los viejos, aunque serán muchos los que quedarán para salvar el mundo. Vamos a unir fuerzas, amigos, vamos a estar hombro con hombro; padres, hijos y abuelos. Unámonos para luchar contra este bicho asesino y entre todos limpiemos el planeta de esta pandemia, para que las próximas generaciones puedan vivir felices y tranquilos
QUE ALGUIEN PONGA EN MARCHA LA MAQUINA DE LA VIDA
¿Quién puede decirme dónde está la Estrella de Oriente en primavera? ¿O, será que la sacan solo en enero para ir en busca de Jesús el Nazareno? ¿Quién nos guía hoy que la tierra está encabritada hasta las mismísimas entrañas? ¿Es que los Ángeles ya no salen al portal de Belén a recibir a los campesinos ni a los Reyes Magos para que obsequien al Niño con presentes? ¿No será que el cuento del amor y la esperanza hace meses que terminó y ahora es tiempo de muerte y el pesebre y la tallas de porcelana están guardados en el desván hasta la próxima Navidad?
El mundo se ha convertido en una lotería, nada es verdad ni nada es mentira. Todo es relativo, nada tiene sentido, lo aprendido hasta hoy no sirve de nada y los principios de la vida que nos enseñaron nuestros padres se han ido al carajo. Todo da vueltas como en una noria. Nada será otra vez como antes y, sin embargo, nosotros no sabemos ser de otra manera. ¿Quién nos hubiera dicho, listillos, que siempre nos cargamos de filosofía barata, que somos todos unos pardillos de tres al cuarto, que viviríamos enjaulados como los pájaros? Creemos saber de todo y no tenemos ni puñetera idea de nada. ¿Quién nos hubiera dicho que estaríamos en pañales, cagados de miedo, esperando que alguien pare la máquina de la muerte? Y todo al fin y al cabo, para salir corriendo ansiosos a los bares a discutir de estupideces sin sentido.
¡Señor, Señor! Saca otra vez la Estrella de Oriente o la que tengas más a mano. Aunque sea en primavera o en verano, pero ¡por favor! pon de nuevo en marcha la magia de la vida que se nos va el alma en el envite...
CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ
Muchas cosas han sucedido desde la última colección que colgué en mi blog, pero el maldito Covid 19 ha sido lo más horrible que hemos conocido jamás y el culpable de haber cambiado nuestra existencia radicalmente. Ha sido un duro golpe a la humanidad, a nuestra forma de entender la vida y a la manera de relacionarnos con las demás personas en cualquier circunstancia que nos rodea.
Intentaré no defraudar con mi nueva colección "CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ" Prometo poner toda la carne en el asador en cada crònica para sorprenderos con mi particular manera de interpretar la realidad.
Prólogo a CRONICAS DEL CORONAVIRUS...
Hay que destacar que en cuanto a todo el tiempo de pandemia, repuntes y despuntes se refiere, cada uno hemos experimentado el mismo acontecimiento histórico de formas muy distintas.
Por ejemplo, a mí me pilló de vacaciones en Granada, lo cual no hubiese sido malo si hubieran sido esas dos semanas que dijeron al principio. Pero fueron cerca de 2 meses y medio de encierro y varios años en los que hemos estado más dentro que fuera. De casa digo, que ya no nos encierran ni atándonos a las paredes como La Baronesa Thyssen en aquel árbol.
Porque no es lo mismo quedarse en casa por voluntad propia, a que te digan que encontrarte con tu vecina la del tercero puede matarte y no porque no la soportes. Aunque buscábamos excusas para salir a toda costa: ir a por el pan, sacar al perro por decimosexta vez, la basura que antes tardabas un par de días en bajar ahora no dejabas ni que se llenara...
Con esto quería referirme que cada uno lo ha visto y vivido de forma distinta, y menos mal de esos afortunados que no han cogido el virus, que entonces ya date con un canto en los dientes.
Sobre todo, cuando veías esa gente que como digo, inventaba que tenía que sacar a pasear el perro del vecino del octavo piso, segundo pasillo a la derecha porque es el reuma el que no le dejaba salir de casa, no la pandemia.
Aunque la inventiva fue a la hora de usar cosas que no son mascarillas como si lo fuesen: pañuelos, servilletas, bufandas... algunos hasta usaron sujetadores y ropa interior como "Pase para salir a la calle por veinte minutos" o los que sean necesarios.
Hay que decir que el punto de vista desde que Juanjo cuenta su visión de todo esto no puede ser más acorde a como él piensa y ve todo. Al final mantenerse fiel a uno mismo es lo mejor. Ya que además de exponerlo con detalle, se lo toma con humor, porque al final en ciertas situaciones no puedes más que reír... porque si no poco más podemos hacer.
Al final no es lo mismo contarlo que vivirlo, por eso queda claro que a todos nos afectó al menos un poco. Algunos aún se inventan que tienen que ir a sacar el pan a pasear, o a comprar al perro... Espera que así no es...
J. A.
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