Desde toda la vida las
personas necesitamos una excusa para justificar algunos actos que a sabiendas
de que no tenemos razón, la metemos ahí con calzador aún sabiendo que no va ha colar. Y nos quedamos tan panchos pensando que el interlocutor es imbécil. Solo
que la mayoría de las veces le importa un bledo lo que le estás contando. Esto
es así, no lo dudes.
Las excusas son un hecho cotidiano, forma parte de la
farándula diaria. Vamos a poner un ejemplo:
- Hola, buenos días María ¿tienen las fotocopias que te
encargué por la mañana?
- No, lo siento Juan, se estropeó la fotocopiadora.
Una excusa tonta! Se ha olvidado y te la ha colado. Das por hecho que te está tomando el pelo, pero que le vas a
decir a la chica. Pues nada.
Otra caso:
- ¿Bailas guapa?
-No, estoy cansada.
¡Mentira cochina! Que no está cansada. Lleva toda la noche sentada sin
bailar. No te la creas, que no, que no está cansada. Lo que pasa es que no era contigo con quién quería bailar. Tonto, que no te ha echado cuenta en toda la noche. ¿O no te has enterado? En este caso le podríamos decir que es una excusa piadosa.
Ahora pasaremos al gremio de la construcción: Albañiles,
fontaneros, electricistas, herreros, pintores, etc. Con la Iglesia hemos topado.. estos comen aparte. Su
mundo es un misterio, tienen una capacidad inventiva que para nosotros, los novelistas o cuentistas, quisiéramos. Pero tienen gracia los puñeteros. Tu sabes que te están mintiendo. Vamos, lo sabes a ciencia cierta ¿Y qué le vas a decir al hombre? Además, si lo mandas a
freír espárragos no vas a encontrar a otro fontanero en semanas. Acabas
agachando la cabeza y dándole palmaditas en la espalda y diciendo en voz
baja:
- No pasa nada Mariano, habrá que tener paciencia.
Y va el tío y responde:
- Sí hombre, sí. Tranquilo, esto son gafes del oficio. Usted no se preocupe por nada Don Antonio, que mañana se lo termino en un periquete.
¡Noooo, no te lo creas!
¡Excusas de mal pagador! Te das media vuelta mordiéndote la lengua y rojo como un pimiento a punto de mandarle a la mierda. ¡Ah! Y no se te ocurra
discutir con ninguno del gremio, porque tú de obras no tienes ni puta idea y te lo recuerdan cada cinco minutos.
- Don Antonio, no se preocupe, que nosotros sabemos lo que hacemos. Usted a lo suyo.
Ahora le toca el turno a los políticos. Estos vienen con los
deberes hechos de casa. Vamos, que lo llevan en el ADN. Si no tienes este
don, no puedes ser un buen político. Lo siento.
Son como los obreros pero en
finolis. Vamos, con estudios universitarios, para que lo entiendas. Y le echan
mucho morro. Mirando al tendido, como los toreros, van soltando una
"jarta" de tonterías que para mis cuentos quisiera yo. Pero los ves
tan puestos, tan trajeados y repeinados, que piensas:
- Éste-a tiene cara de honrrado-a. Y te le lo crees a pie juntillas. ¡¡¡Noooo!!! no te lo creas. Que te están tomando el
pelo. ¡Mentira!
Y es que tienes que ser más listo que un lince y estar al loro de
todo lo que sucede en este país, de lo contrario te van ha dar gato por liebre. Porque
estos listillos-as de gomina, peluquería y piquito de oro, se creen que el pueblo es
tonto y decimos amén a todo lo que nos dicen. Y están muy equivocados.
Por esta razón, se inventaron las excusas y las mentiras y donde dije digo, digo Diego y nos quedamos tan a gusto. Pues eso, que cada uno a su manera intenta ganarse
la vida como puede y a día de hoy, en esta sociedad, no eres nadie si no te buscas
una buena excusa o mentira.
-... puedo prometer y prometo. ¡Mentira! ¡Mentira podrida!
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIO.