sábado, 25 de diciembre de 2010

EN UN MUNDO SURREALISTA

Sufro por no tenerte,
pero no por esto he dejado de quererte.
Y aunque tú ya no me quieras,
no podrás impedir que en ti piense.

Porque pensarte es como tenerte,
y no te necesito para besarte,
solo con quererte y pensarte
para mí es suficiente.

Al pensarte, en mi mundo surrealista,
creo que todavía me quieres,
que tus besos siguen buscando mis labios
y que tu cuerpo y mi cuerpo
se funden en un mismo cuerpo enamorado.

Mira, amada, todavía te amo
y con pensarte, consigo
unir nuestras vidas para siempre.
Pensarte, es tenerte a mi lado
y seguir inventando un mundo aparte. 

Allá, no ha cambiado nada.
Allá, tú sigues siendo mi reina.
Allá, tú me besas, tú me amas.
Allá, tú sigues viva en mi alma.

Colección  Hablemos de ti

AVISO IMPORTANTE: AMAR DISTORSIONA LA REALIDAD

No, amigo, no puede ser verdad.
¿Por qué cuando estamos enamorados
todo lo que hacemos transforma
la más pura y lógica realidad?

No, amigo, no puede ser verdad,
seguro que vivimos en un sueño,
en otra dimensión, en otro espacio
o en otro planeta.

El tiempo se vuelve más lento
cuando estamos alejados de ellas,
más rápido cuando estamos abrazados,
más dulce cuando las besamos,
más amargo cuando nos peleamos.

Cuando estamos solos,
es como estar embriagado
y a la más mínima señal,
cruzamos el mundo de lado a lado.
¡Daríamos la vida aunque fuera
por un simple abrazo!

¿Te das cuenta, amigo,
como todo es muy extraño? 

Nos convertimos en esclavo
de una perversa hechicera
que se apodera de nuestra mente
con extraños brebajes.

Y así, mansamente,
sin que nos demos cuenta, ellas,
entre ungüentos y sortilegios
nos van robando el alma.

 Colección Hablemos de ti

lunes, 20 de diciembre de 2010

MIS CIEN BOCAS

La soledad me desespera
y me reconduce por caminos
perdidos en el frío recuerdo
del inicio del primer encuentro,
en donde naciste para mi boca.

Como colibrí, besé tus labios.
Con mano de seda, llegó aquel beso
de mis cien bocas ansiosas,
en donde aprendiste en cada una
el sabor de cien pócimas mágicas.

Recuerdo, ahora que la soledad
se obstina en memorar el pasado,
que me amabas con un amor inusitado,
y puedo gritar a los cuatro vientos
¡que juro que me amabas, que me amabas,
como a nadie jamás has amado!

¡Oh, mi flor de alhelí,
y también juro que mi boca
nunca saboreó tanta frescura,
y en cada uno de los cien besos
un manantial de agua fresca
me erizaba todo el cuerpo!

Hoy te acuso de ser la ladrona
de mis noventa y nueve bocas,
porque el día que te fuiste
me dejaste con una sola
y con el desespero de aquellos
noventa y nueve besos
que morirán presos en tu boca.

La soledad me mata, el tiempo pasa.
Yo lloro mis bocas y a ti
porque ya no te quedan besos.
¿Cuánto tiempo podrán vivir
las bocas sin los besos?


Colección Hablemos de ti

LLUVIA DE ESTRELLAS

¡Qué corta se hace la noche,
amada mía, cuando dos cuerpos
ansiosos de pasión se entregan
locamente al placer de amar, 
teniendo como testigo
la oscuridad del cielo!

Y es entonces cuando yo
me convierto en luna,
tú en estrella errante,
los besos en luz plateada
y las caricias en el firmamento.

¡Tan alto se eleva nuestro amor,
tan fuerte es el deseo,
que nos volvemos pedacitos de cielo!
Allá arriba, allá a lo lejos,
allá donde casi ni nos vemos.

Volamos por un espacio sin final,
a lomo de tu caballo blanco,
a la grupa de mi caballo negro.

Noches en que el amor
se derrite en el cielo
y se trasforma en
lluvia de estrellas.

Coleccion, Hablemos de ti

sábado, 18 de diciembre de 2010

A LA SOMBRA DE UN PINO VERDE

Bajo un caluroso sol de verano,
paseábamos por estrechos caminos,
entre casitas blancas y rebaños de ovejas.
A lo lejos, repicaba la campana
de una iglesia pintada de cal viva. 

Caminábamos sin rumbo hacia
la sombra de un monte de pinos verdes.
El grillo, la mariposa, la lagartija,
el pájaro, el gato, la liebre,
eran nuestros compañeros de viaje.

Mi voz, temerosa de mi pareja
y de la soledad del paraje,
pronunciaba de vez en cuando
alguna que otra palabra sin sentido.
A cada una, su risa sonaba en el silencio
de aquel bosque de pinos verdes,
como una banda desafinada.

Los pájaros seguían piando a nuestro paso
y los grillos no paraban de dar la lata.
Cansados del trayecto nos sentamos
sobre una piedra a la sombra de un viejo pino.

Yo seguía temblando, emocionado,
cada vez que miraba a aquella niña
de carita de ángel, de olor a romero,
a tomillo y a lavanda.
 
Puso su mano sobre mi mano,
¡Pensé que me moría!
Puso sus labios sobres mis labios,
¡Pensé que me moría!
Me dijo al oído que me quería
¡Pensé que me moría!

En un solo instante,
su mano, sus labios, su voz
me recordaba que me amaba.
¡No fue solo un beso,
ni tampoco fue un sueño
porque yo también la quise!
¿Quién sabrá nunca si
fue la mariposa o el grillo,
el tomillo o la lavanda,
el camino o el pino verde?

¿Quién sabrá hoy dónde estará
mi niña de carita de ángel?


 Colección, Hablemos de ti

jueves, 16 de diciembre de 2010

UN SUEÑO PARA DOS

Llegó a mi isla,
dulce y hermosa,
rodeada de una aureola
de luz y fuego.

Aquel mismo día,
soñé que con ella dormía,
navegando en un velero,
surcando el Mediterráneo
sobre un mar azul cielo.

Dejé al sueño
que navegara a la deriva,
mientras la contemplaba
boquiabierto jugando 
desnuda con la aurora.

Ya sé que todo
fue fruto de mi mente,
pero fue entonces,
en aquel mismo instante,
cuando su sueño
se coló en mi sueño,
y en un mar abierto,
seguimos los dos
navegando en el mismo sueño.

Sus ojos cual estrella polar,
me guiaban, y a su lado,
encontré la paz y la calma
que mi alma ansiaba.

La noche nos envolvió
en su manto negro, a juego
con las estrellas chispeantes
y una luna llena plateada.
Mientras, un coro angelical
le cantaba una canción de cuna.

Pernocté toda la noche
con mi mano sobre su cara,
con mis labios pegados a sus labios
y con los ojos atento,
para que no despertara
nunca jamás de su sueño.

Sus labios, de repente
despertaron del sueño
y me tiñó los labios
con un beso ardiente,
salido de las profundidades del mar,
¡con sabor a algas y a sal!

Salió del sueño llorando,
entre rayos y truenos
y yo quedé anclado en mi sueño,
buscándola en cada puerto.

Colección, Hablemos de ti

miércoles, 15 de diciembre de 2010

COMO UNA OLA

¡Qué dulce es imaginar
un desperar acariciándote
lentamente y comprobar
que tú eres la ola, ola, ola  
y yo un náufrago en tu mar!

¡Que ola tras ola rizada
con espuma encrestada,
alcanza mansamente la orilla
para besar mi boca salada!

E intuyo la ola, ola, ola
continua, fluida y fresca.
Ola de aroma de sal marina,
así es mi ola, ola, ola,
cuando llega al despertar.

Y así espero, pacientemente
la ola, ola, ola  plateada,
infinita y lejana, cada mañana
tumbado en la arena, para jugar
con ella, con mis dedos en su playa.

 Colección, Hablemos de ti

VERSO A VERSO, BESO A BESO.

VERSO A VERSO, BESO A BESO. Si la memoria no me falla, queda lejos, muy lejos, aquel primer verso que nació fruto del amor con el primer bes...