Ya no consigue el honrado trabajador suficientes ingresos para tantos obsequios. ¿No tenemos bastantes fiestas con los cumpleaños, bodas, bautizos, comuniones, santos, Navidades y Reyes, para que la sociedad de consumo nos deje sin un duro durante todo el año? No comprendo tantos obsequios, que al fin y al cabo siempre salen del mismo bolsillo; objetos que almacenamos en algún cajón olvidado. Cuando al fin y al cabo lo que celebramos es el amor y cariño que sentimos hacia el homenajeado.
Como los padres no somos rencorosos, orgullosos invitamos a toda la familia a un gran banquete. A la hora de pagar, el padre desenfunda de la cartera, tembloroso pero orgulloso, la tarjeta de crédito. ¡Vaya cara que se nos pone! Para echarse a temblar.
¿Quién demonios pensó que los padres queríamos un día dedicado, no es suficiente vulnerable nuestra descendencia a los escaparates?.
San José desde lo alto está enojado, porque dicen en el cielo que todos somos iguales, ricos y pobres, y que no conseguiremos con un regalo, lo que no hagamos con amor y cariño durante todo el año.