Y COLORÍN COLORADO

Y COLORÍN COLORADO... 

Aquella noche, las caricias partieron de un lugar secreto del universo. Las bocas compartieron los alimentos sagrados que los dioses entregan a los enamorados el primer día de su encuentro. Se elevaron hasta que perdieron de vista el planeta Tierra, y navegaron en las aguas más profundas que ser humano recuerde haberse bañado. Les halló el gallo cantado con los primeros rayos del alba, les pilló medio dormidos, les pillo medio despiertos. Los encontró contándose secretos de amor eterno. 

Así fue como despertaron los amantes de tan bello cuento y así fue como, entre sueño y sueño, arremetieron de nuevo.

Colección: 💯 PALABRAS DE COLORES BRILLANTES.

INCOMPATIBILIDAD DE CARACTERES

INCOMPATIBILIDAD DE CARACTERES. 

Ni tú ni yo somos iguales, ni estamos en disposición de casarnos. Lo digo con el corazón en la mano. Tú, porque eres perfecta y yo un puto desastre. Tú tienes una varita mágica y cuando quieres que salte, yo salto. Tú y yo somos incompatibles como pareja, mejor por separados. Que tú sin mí, no sabes con quién enfadarte, yo te vengo de perlas para tus maldades. Ves como tú y yo, somos el rojo y el amarillo. Tú bajantes del cielo, y yo subí del infierno para encontrarte, pero hay que reconocer que lo nuestro es una catástrofe. 

Colección 💯 PALABRAS DE COLORES BRILLANTES. 

ANIMALES DE COMPAÑIA.

ANIMALES DE COMPAÑIA.

- ¡Bobby, Bobby! -Se oyó una voz de mujer que llegó del tercer piso.

 - ¡Señor! Puede subirme el perro a casa ¡Por favor! Que voy liguera de ropa. Ya sabe usted, como son estas cosas.

- Pues no, señorita, no cuente conmigo, además tengo alergia a los animales peludos.

- Se lo pagaré con creces caballero, que soy muy agradecida. 

- Lo siento, no soy de hacer favores. Así que baje usted, qué el perro es suyo. Y pasé buena noche, que no se puede tener a un animal de señuelo, para ganarse la vida de mujer de moral distraída. 

- ¡Bobby, Bobby,! ... Subeee.

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EL DIOS DE LOS CUPIDOS

EL DIOS DE LOS CUPIDOS.

 ¡Oh, Dios de los Cupidos!  

¿Cuántas tardes de inviernos jugamos a inventar cuentos? Se nos iba el tiempo construyendo castillos de arena en el cielo. 

Un día me contaron, que no tuvo tiempo de despedirse, porque habían movilizado a su padre, un coronel del ejército. Y lloré, lloré desconsoladamente por mi niña de pelo rubio, compañera de fantásticas aventuras y de sueños imposibles, que nos ayudaban a seguir creciendo juntos.

Quedé solo, sentado sobre un banco del puerto, buscando el consuelo del mar y del viento, viendo pasar el tiempo, sin mi gran amor de ojos verdes y cálidos besos.

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A QUIÉN LE CUENTO YO ESTO.

A QUIÉN LE CUENTO YO ESTO.

Fue un amor a primera vista y es que la chica me robó el alma mía. Le ofrecí mi mano y a la primera de cambio, me la aceptó de buen grado. Y arremetió contra mi cuerpo, mientas yo alucinaba, que no solo su ropa volaba por los aires, sino que en un santiamén, andaba yo sobrado de talento. 

Fue entonces cuando le hablé de luces divinas, de caballos de alas blancas, de lagos azules y montañas nevadas. Ya de medianoche, termino reposando su cabeza sobre mi pecho, hasta que se quedó dormida y le di un dulce beso de buenas noches.

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Y NOS PILLÓ EL ALBA JUGANDO EN LA CAMA.

Y NOS PILLÓ EL ALBA JUGANDO EN LA CAMA.

Las calles seguían mojadas, las gotas de lluvia seguían golpeando sobre los cristales. Mientras, el pueblo se iba desperezando a la luz del nuevo día.

Llegó el alba y nos pilló jugando, jugando, entre sábanas y almohadas. Llegó el alba, con luces de esmeralda. Llegó el alba, iluminando sus hermosos ojos llenos de lágrimas. Se levantó de la cama, altiva y solemne, y se puso la ropa interior, de puntilla y encajes. Se abrochó la blusa y se enfundó la falda. Tras una noche de tormenta, de amor y sexo, ella había vuelto a recuperar su porte y su elegancia.

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¿QUIÉN DIJO MIEDO?

¿QUIÉN DIJO MIEDO?

Sin mentar palabra alguna, seguí dibujando con los dedos sobre su sublime cuerpo. Primero, besé su cuello, luego dibuje una cascada de agua de espuma blanca. Tracé las formas de dos hermosos cántaros y me dejé llevar río abajo, hasta llegar a una playa. Un susurro entrecortado, intentó jadear un agónico "te quiero" maquiavélico . 

Cogió mi mano y la puso sobre su pecho, ahora más sereno y atento. Me mordió los labios, como si nada hubiera ocurrido en aquel espacio de tiempo. Alisó mi pelo, lamió mis ojos, mordió mi lengua y se le fue la "chaveta" a tomar viento... 

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