CON TANTO AMOR Y TANTA TERNURA EL TIEMPO SE HACE EMPALAGOSO.
¡Ay, por Dios! Que me comen los nervios por dentro y se me hace eterno el tiempo al tenerte tan lejos de mi pecho.
¡Ay, Señor! Que me muero sin remedio por la tensión
que puedo llegar a albergar en mi cuerpo, esperando el momento en
que estemos juntos para comernos a besos.
¿Cuántas horas, minutos y segundos deberán pasar para volver a hacerla mía
a la chica que más quiero? ¿Cuánta locura puedo llevar cautiva, hasta poder dar
rienda suelta a tan eróticos juegos? Y ¿Cuánta amor correrá por
nuestras venas el día que liberemos todo la lujuria prisionera?