HAY CUERPOS QUE FLIPAS EN COLORES.
Me sedujo el influjo de sus ojos negros, el color del campo de amapolas de sus labios, y la palidez de los girasoles de sus mejillas. El ombligo imponía su estatus y a pocos centímetros, un lunar perdido, rompía el equilibrio.
Voló mi imaginación al correr de los dedos sobre tan suave piel, en busca de la inspiración, para dar gracia a tan exhausto cuerpo. Agarré mi pluma, en busca del arrebato de las curvas con que Dios esculpió aquella silueta. Al final dejé la obra inacabada y pensé, que jamás sería capaz de superar, con letras, tan bella escultura.